Puntualmente, las puertas de San Nicolás se abrieron y empezaron a salir esclavinas, y esclavinas, y esclavinas... unas 200 en todo el cortejo. Y nazarenos, y nazarenos, y nazarenos... más de 600 en total. De entrada, llamaba ayer este alarde de músculo cofrade, valga la expresión, de una hermandad de Centro, seria y castiza, que no renuncia a lo popular pero, sobre todo, no olvida sus raíces y carácter.

Eso explica perfectamente que la cofradía sea fiel al andar de los costaleros de David Arce y Luis Miguel Carrión Curro, tanto para la complicadísima salida de Nuestro Padre Jesús de la Sentencia como para el discurrir dentro de la Catedral. Y eso también explica que ayer, nuevamente, dos bandas que ya son cordobesas de adopción, Nuestra Señora del Águila (desde Alcalá de Guadaíra) y la del Cristo de la Victoria, desde León, y que cumplió una década con La Sentencia, volvieran a acompañar los pasos. Los cordobeses nacemos donde queremos, y si se sabe de música, más aún. Eso sí, la BCT de León debería usar un uniforme más ligero, adaptado al clima cordobés, que se van a asfixiar y hay que escucharlos más décadas.