Un Lunes Santo, como coloquialmente se dice, de libro. Suponiendo que pueda existir un manual para la Semana Santa. Sol radiante y la tranquilidad de que los cielos estarían despejados toda la jornada, ganas de ver procesiones con el Centro de bote en bote y, sobre todo, una nueva carrera oficial en el monumental entorno de la Mezquita Catedral que comienza a asentarse. A fin de cuentas, fue el Lunes Santo del año pasado, en la primera edición con el itinerario común en este entorno monumental, cuando las aglomeraciones crearon significativos problemas y más de algún cortejo se vio paralizado. Este año, no. La carrera oficial pasó ayer, no su primer examen, sino la reválida. Y es que, y quizá sea lo más comentado, parece que se han solucionado cuestiones como determinados puntos de aglomeraciones (salida del Puente Romano, Cruz del Rastro, esquina de Magistral González Francés, etcétera) u otros problemas como la mezcla de músicas de distintas cofradías en el Patio de los Naranjos, la accesibilidad en el entorno de la Mezquita-Catedral, el caos de tráfico del año pasado... Incluso, dentro de la Mezquita-Catedral, se coincide en elogiar la reubicación del altar con el Santísimo para que las cofradías le rindan tributo.

Por supuesto quedan muchos problemas por solucionar. Por ejemplo, ayer trascendieron quejas por la falta de visibilidad de algunos palcos en determinados ángulos. Pero en todo caso las cuestiones a mejorar son muchí- simas menos que el año pasado. Incluso, y quizá sea la mejor prueba del paso que se ha dado hacia esta cierta normalidad, ayer hubo hasta suficiente cintura, tanto por parte de la Agrupación de Cofradías como por la propia hermandad afectada, para hacer frente a un contratiempo que retrasó a la hermandad de la Vera Cruz: un daño en un brazo de la imagen de Nuestro Señor de los Reyes en el Puente Romano, muy cerca de entrar en carrera oficial. El incidente en cuestión obligó a una reparación de emergencia sobre la marcha y, lógicamente, condicionó en parte el resto de su estación de penitencia. Y aún así, los horarios se fueron recuperando y, por su parte, el cortejo se la Vera Cruz no perdió brillantez en su recorrido. Un solo ejemplo: la marcha que la Banda de Música de Nuestra Señora de la Esperanza ofreció a la Virgen del Dulce Nombre en la calle San Fernando. Y hablando de la Vera Cruz, la cofradía fue una de las hermandades que presentaron ayer más estrenos, junto a La Estrella y La Merced, cuya Virgen lucía un hábito mercedario muy en consonancia con su amplísimo programa de actos y obra social para conmemorar el 800 aniversario de la orden mercedaria, de cuyo inmenso legado la hermandad se siente heredera en Córdoba.

Por supuesto, con el sol radiante desde primera hora de la mañana (aunque con una noche quizá excesivamente fresca, todo hay que decirlo), las hermandades del Lunes Santo dieron cuenta del buen momento que viven las cofradías cordobesas, bien por la incorporación de jóvenes, en lo que La Sentencia, con los 600 nazarenos que puso en la calle, resultó un ejemplo; por la obra social o formativa en el caso de sus bandas, en lo que hay que citar muy especialmente a La Merced y La Estrella; o en la conservación y el patrimonio propio cofrade, histórico y hasta antropológico, como el Vía Crucis con su proyecto de recuperación de altares, o los esfuerzos de la Vera Cruz y Ánimas.

Capítulo aparte de este éxito es el trabajo y los esfuerzos que hay que realizar, como el que hizo Ánimas para ajustar su itinerario a las necesidades de la nueva carrera oficial en este Lunes Santo, lo que le obligó a salir aún a plena luz del sol, más incluso que el pasado año, lo que no quitó ni un ápice de esplendor a su salida de San Lorenzo.

Entre los muchísimos gestos y hechos a recordar de la jornada puede citarse también, por ejemplo, la presencia del retornado Fray Ricardo en la procesión de la hermandad de la Merced, un emblema viviente de la historia reciente de las cofradías cordobesas, para muchos el gran artífice del espectacular cambio que dio la Semana Santa en los años 70 y 80 y de la que el actual esplendor es acreedor directo.