El carácter de barrio (y a muchísima honra) de La Merced aunó, quizá más que ningún año, su carácter popular con ese peso de la historia y del trabajo serio que son la seña de la cofradía. Y es que la cofradía, una de las más identificadas con el vecindario, levanta pasiones en todo el distrito Levante. Así, y en lo más pasional y sensorial, puede citarse el cariño de cada nota de Coronación de Espinas y Tubamirum, o el exorno de flores de Rafael Barón (Floristería los Patios) que dispuso jarras con rosas blancas y de pitiminí de color champán, mientras que el paso del Señor lucía tonos violáceos con jacintos, iris y rosas. Pero en la Merced siempre hay mucho más tras lo que se vé. Y no solo por su labor con la Pastoral Penitenciaria. El hábito mercedario que lucía la Virgen recordaba esos 8 siglos de la orden y que, en Córdoba, celebra y reivindica la cofradía. Como dice el lema mercedario que lucía en un cirio: «Mi vida por tu libertad». Dicho eso, dicho todo.