Ya están lejos aquellos años del comienzo de la Santa Cena. Ayer, la hermandad de la iglesia del Beato Álvaro de Córdoba llegó sobrada de nazarenos (casi 400), sobrada de música (la evolución de su agrupación en tan poco tiempo asombra), sobrada de bonitos gestos (como las dos primeras chicotadas dedicadas a Loli Moreno y al joven Edu) y sobrada de medidas. Porque la hermandad ha hecho un importantísimo esfuerzo para reducir su paso con vista a no tener problemas para entrar y salir del primer templo de la diócesis en el futuro. Eso sí, irónicamente ha estrenado su recortado paso justo el año en el que, al estar libre el vano de la segunda puerta podía haber entrado y salido por la misma puerta como han hecho otras cofradías. Pero no ha sido un esfuerzo inútil. En próximos años, cuando esté colocada la segunda puerta, más de una hermandad tendrá que imitar a la cofradía de Poniente, que ante esta dificultad, y una vez más, ya va sobrada.