Si a muchos hermanos de Las Angustias le hubieran dicho hace muy poco años que vivirían la estación de penitencia de ayer, ni se lo habrían creído ni quizá se hubiera atrevido a soñarla. Con el conjunto escultórico de sus titulares restaurado, con una recuperada iglesia de San Agustín, con su sede canónica en ese templo, marchando hasta la Catedral junto a una banda de cornetas y tambores (y además cordobesa) y con un recorrido tan particular que, por ejemplo, le permitiese pasar por San Pedro y rendir un tributo a Juan de Mesa ante su estatua. Y sin embargo, ayer Las Angustias procesionó sin perder ni un ápice de su clasicismo y del espíritu que la han hecho emblema de la Semana Santa cordobesa y restituido como reina de San Agustín. Así, en la nueva Semana Santa 2017, ahí estaba la más antigua, la decana de las cofradías cordobesas: con toda esa sabiduría que solo da el tiempo pero sin miedo a los cambios. Como si fuera cosa de toda la vida.