Sol, calor y muchas ganas de Semana Santa. Ayer, Domingo de Ramos, desde primeras horas de la mañana se notaba un inusual movimiento en las calles, que llegó a su cénit al mediodía cuando se vivieron auténticos tapones humanos en las calles más céntricas. De hecho, al final de la jornada se habría atendido a 41 personas (2 de ellos traslados a urgencias) por sofocos y lipotimias en un día también muy caluroso.

En todo caso, con este trasiego de gente la hermandad de la Entrada Triunfal, popular Borriquita, cruzaba la calle San Pablo entre el gentío que con admiración miraban al Señor de los Reyes. Tras él, la Virgen de la Palma, que pese a todos los contratiempos lució su techo de palio nuevo, no el que la hermandad desea de malla y terciopelo, pero sí con una estructura sólida.

Un Domingo de Ramos donde la gente se quedó en las calles y plazas, desde donde vieron transitar a las cofradías. Así a primeras horas de la tarde la plaza de la Corredera era un auténtico bullicio que, dicho sea de paso, apenas respetó el transitar de la cofradía de las Penas de Santiago, gracias a que los vibrantes sonidos de la agrupación musical Santa Marta y Sagrada Cena de León hacían disimular la falta de respeto. Por su parte, el Cristo de las Penas lució en el calvario de su paso la flor de lis en recuerdo de su pasado templario. No menos congestionada estaba la calle de la Feria, donde cruzaron los pasos de la cofradía del Huerto, con la mirada puesta en La Catedral donde no accedía desde hace varios años. Bastó una sola puerta para que la cofradía se reencontrará con el primer templo de la diócesis. Muy elegante la Virgen de la Candelaria con la nueva saya bordada en oro por el artista Jesús Rosado.

La tarde avanzaba y poco a poco el calor iba dejando paso a una suave brisa de aire fresco que sin duda alivió a la cofradía del Amor, que a las tres de la tarde había dejado su templo. La cofradía entró asimismo a la Catedral con sus tres pasos, tampoco le importó que solo haya una puerta. Mientras la hermandad del Amor hacía estación de penitencia en la Catedral, la de la Esperanza se abría paso en un mar de gente que llenaba la plaza de San Andrés y San Pablo. Poco después la cruz de guía estaba en carrera oficial, el diputado mayor de gobierno pedía la venia para entrar, en este especial año donde la cofradía cumple sus 75 años de vida.

El Señor de la Penas volvió a dejar su sello inconfundible a los sones de la Pasión de Linares subiendo, fiel a su idiosincrasia, la calle Claudio Marcelo entre el aplauso del público que llenaban

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