La túnica con la que se reviste el nazareno para acompañar al Señor y a la Santísima Virgen en la estación de penitencia aunque no sea un verdadero ornamento litúrgico, para el cofrade debe tener un simbolismo especial y un profundo significado religioso.

El nazareno se debe considerar como parte importante y principal del cortejo penitencial, de un acto religioso y de culto tan extraordinario y solemne como es la propia estación de penitencia.

El nazareno, realiza esta penitencia pública voluntariamente, sin ninguna coacción externa, como discípulo voluntario del Señor y de forma anónima revistiéndose con la túnica de la Hermandad que es la misma túnica del Señor, la que llevó El por los duros caminos de su Pasión.

Esta es la túnica que el cofrade debe guardar con enorme cariño y como la más valiosa joya en lo más sagrado de su casa. Esta es la túnica con la deberíamos ansiar ir investidos el día, que despojados de todo y hasta de la vida, iniciemos la última procesión, que partiendo de la tierra, tiene proyección de eternidad.

Este es el verdadero ornamento sagrado, de que se reviste el nazareno, para convertirse en ministro y casi sacerdote de este rito y singular acto de culto, que es la estación de penitencia.