En el barrio de Santiago llovió ayer de todo: pétalos, emociones, expectación y... también lluvia. La hermandad tuvo que enfrentarse primero a la dificilísima decisión de salir o quedarse y se vio obligada a pedir la media hora de reflexión, retraso que supuso la primera alteración de la jornada. Más tarde llegaría un problema con la instalación de la rampa a la puerta del templo y, cuando varias lluvias de pétalos (como la del Arco Alto de La Corredera) habían hecho olvidar los pronósticos meteorológicos, y ya pasada la Carrera Oficial, la auténtica lluvia, la de agua, obligó a la cofradía a llegar con premura a La Catedral y refugiarse.

Al final, sobre las 21.30 horas, se decidió volver al barrio, lo que dio una segunda oportunidad al fiel vecindario de Santiago de admirar las camelias y la elegancia del paso de La Concepción, así como el conjunto del Cristo de las Penas, exornado este año con iris morado.