Otoño es sinónimo de paisajes cubiertos por las hojas caídas, de setas, de castañas y de caza.

Esto también significa que en muchas zonas de nuestro país las especialidades gastronómicas cambian, introduciendo ricos platos elaborados con las piezas que los cazadores se cobran ahora y durante los próximos meses.

Pero la carne de estos animales tiene algunas particularidades y se deben observar a la hora de consumirlas.

Los expertos de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) destacan algunas propiedades de la carne de caza.

  • Se trata de una «carne magra, con proteínas de alto valor y que aporta importantes micronutrientes», lo que la convierte en un alimento saludable.
  • Además, tiene un sabor y una textura muy apreciadas debido al su origen de animales que se encuentran en libertad.

Hasta aquí sin problema. Los ‘peros’ aparecen cuando nos fijamos en la forma en la que ese animal es cazado, en concreto si para ello se ha utilizado munición de plomo.

¿Qué es el plomo y cómo afecta a nuestra salud?

Desde la AESAN explican que el plomo es un metal contaminante que está presente de forma natural en nuestro entorno, además del que se introduce como consecuencia de la actividad humana.

Puede encontrarse tanto en forma orgánica como inorgánica, siendo la forma inorgánica la predominante en el medioambiente.

Está presente en el suelo, en las aguas superficiales y la exposición del hombre a él es fundamentalmente a través de la alimentación.

Como explican desde la AESAN

  • «Aunque no se conocen efectos adversos en una sola ingesta, la toxicidad crónica del plomo por ingestas repetidas tiene diversos efectos bien conocidos sobre el organismo».

En concreto, un consumo elevado de alimentos ricos en plomo afecta al sistema nervioso central, en especial al cerebro en desarrollo, con efectos neurotóxicos importantes en fetos y niños pequeños.

Además, la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) considera los compuestos inorgánicos de plomo como «probablemente carcinogénicos para los humanos».

En el caso de la carne de caza, las piezas son abatidas con munición que contiene plomo. Tras el disparo los fragmentos de la munición se depositan en el lugar del impacto y en las zonas adyacentes.

  • Además, los restos de la munición que quedan en el suelo tras una jornada de caza pueden ser comidos de forma involuntaria por los animales, lo que «podría dar lugar a la presencia de plomo residual en sus vísceras», explican los expertos en seguridad alimentaria.

Normalmente es más fácil que se queden restos de munición en la pieza cazada en las carnes de autoconsumo, siendo muy poco habitual entre las carnes comercializadas por los canales habituales.

Por eso, la exposición al plomo será más probable entre los cazadores y sus familiares.

¿Qué debemos hacer antes de consumir carne de caza?

¿Significa esto que no debemos comer carne de caza? No.

Lo que sí debemos es tomar una serie de precauciones para reducir la presencia de plomo al mínimo.

¿Cómo? Pues la primera cuestión atañe a los cazadores, a los que la AESAN recomienda el uso de munición alternativa que no contenga plomo, o que lo haga en muy pequeñas cantidades.

  • También es especialmente importante que los menores de 7 años, las mujeres embarazadas o que están planificándolo el embarazo, y las lactantes, se abstengan de consumir carne de caza, salvo que sepan que el cazador no ha usado munición con plomo.

Para el resto de población desde la AESAN recomiendan:

  • Eliminar la zona del impacto, la carne decolorada, con restos de tierra, hierba, huesos o fragmentos de plomo.
  • No lavar las piezas antes de eliminar las partes dañadas, ya que se puede extender la contaminación al resto de la pieza.
  • Si se consume en forma de carne picada, es conveniente limpiar la picadora entre distintas piezas, ya que los metales de la munición son blandos y pueden quedar atrapados en la máquina contaminando la carne.
  • Es mejor no cocinar este tipo de carne en escabeche.