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Los argumentos de Antonio Escribano Zafra, cordobés, contra el ayuno intermitente: "Enlentece el metabolismo y luego se engorda con más facilidad"

Escribano insistía en la idea de que a menudo la percepción subjetiva de lo que se ingiere difiere de la realidad:

Antonio Escribano, médico endocrino y nutricionista

A.J.González

En el debate creciente entre profesionales sanitarios y usuarios en redes sobre el ayuno intermitente y la pérdida de peso, hay una voz que ha llamado especialmente la atención. Se trata de Antonio Escribano Zafra, médico cordobés con una dilatada trayectoria en nutrición y medicina deportiva (ha llegado a trabajar con la Selección Española) y que hace unos meses compartió su postura en la cuenta oficial del Hospital Centro Andalucía.

En ese vídeo Escribano abordaba lo que él denomina mitos en torno a la alimentación y el sobrepeso. Uno de ellos, el más repetido en consulta según su experiencia, tiene que ver con la percepción que muchas personas tienen sobre su ingesta diaria: “Yo no sé por qué engordo, porque realmente prácticamente no como”, reproduce el especialista sobre lo que escucha con frecuencia. Su respuesta, directa, recogía un principio básico: “Si una persona come más de lo que necesita, lo que sobra se acumula en forma de grasa, es decir, no existe persona que engorde sin comer”.

Escribano insistía en la idea de que a menudo la percepción subjetiva de lo que se ingiere difiere de la realidad: “La gente suele tener la sensación de que come poco pero a lo mejor le gustaría más, pero si engorda es porque está comiendo más”.

A partir de ahí el especialista se detiene en el ayuno intermitente, una práctica cada vez más extendida y lo define de forma sencilla: “Estoy sin comer 12 horas y durante ese tiempo el cuerpo pierde grasa”. Pero inmediatamente apuntaba su visión crítica: “Cuando se vuelve a comer el cuerpo va aprendiendo que se está largos periodos sin comer. ¿Y qué hace? Pues que enlentece el metabolismo y luego se engorda con más facilidad”.

Otro de los puntos que abordaba era el de los suplementos o pastillas supuestamente destinadas a reducir el apetito. Aquí tampoco dejó espacio a dobles lecturas: “No existen pastillas para quitar el apetito. La única manera es comer muy bien y bastante poco, y generalmente muchas veces bastante menos de lo que uno cree que es poco”.

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