El infarto de corazón o 'infarto agudo de miocardio' (músculo del corazón), como así se le llama técnicamente, es una enfermedad grave y aguda del corazón que tiene un alto riesgo de muerte súbita en las primeras horas. No obstante, si se trata adecuadamente permite en la mayoría de los casos una vida larga y normal.

Según detalla la Fundación Española del Corazón (FEC), un infarto es "la necrosis o muerte de las células de un corazón o de parte de él por la falta de riego sanguíneo, debido a una obstrucción o a una estenosis (estrechez) de la arteria correspondiente".

En España se registran en torno a 50.000 infartos al año, según la FEC, bien favorecidos por factores genéticos y no modificables (antecedentes familiares, el sexo y la edad, siendo más frecuente en varones, y cuanto más años cumplimos más riesgo de sufrirlos); o bien por factores modificables, que repercuten sobre nuestro estilo de vida (tabaco, hipertensión, hipercolesterolemia, obesidad, diabetes mellitus, el sedentarismo y una dieta poco saludable).

Sobre los factores de riesgo modificables, y que dependen de nuestro estilo de vida, los expertos subrayan que el más importante es el tabaquismo, seguido del colesterol, así como de un estilo de vida insano (dieta inadecuada, ejercicio escaso o nulo, exceso de peso).

Así, el infarto de miocardio se produce porque en primer lugar las arterias coronarias se estrechan, de forma que el oxígeno no llega al miocardio y, éste, al no recibir oxígeno, no puede producir energía para moverse; en consecuencia, mueren las células del tejido que no reciben sangre (el tejido se necrosa), tal y como explica la fundación.

En concreto, la FEC dice que se producen porque las arterias coronarías se estrechan y lo pueden hacer por distintas causas, siendo las más comunes los coágulos de sangre y la aterosclerosis (depósito e infiltración de grasas en las paredes de las arterias), que se va produciendo progresivamente favorecido por los factores de riesgo modificables mencionados anteriormente.

Síntomas comunes del infarto

De acuerdo con los datos de la Clínica Mayo, los síntomas más comunes del infarto son:

  • Dolor en el pecho que puede sentirse como presión, opresión, dolor, o sensación opresiva o de dolor.
  • Dolor o molestias que se propagan al hombro, al brazo, a la espalda, al cuello, a la mandíbula, a los dientes o, a veces, a la parte superior del abdomen.
  • Sudor frío.
  • Fatiga.
  • Acidez estomacal o indigestión.
  • Aturdimiento o mareos repentinos.
  • Náusea.
  • Falta de aire.

Las mujeres pueden tener síntomas atípicos, como dolor punzante o breve en el cuello, el brazo o la espalda. A veces, el primer síntoma de un ataque cardíaco es un paro cardíaco repentino.

Cómo actuar ante un infarto

Ante la sospecha de que se está sufriendo un infarto, lo más importante es buscar ayuda de inmediato. Para ello:

  • Llama a emergencias. Si no tienes acceso a servicios médicos de urgencia, pídele a alguien que te lleve al hospital más cercano. Conduce solamente si no queda otra opción.
  • Toma nitroglicerina si te la recetó el proveedor de atención médica. Tómala según las instrucciones mientras esperas la ayuda de emergencia.
  • Toma aspirina, si el médico lo recomienda. El consumo de aspirina durante un ataque cardíaco podría reducir el daño cardíaco al evitar que la sangre forme coágulos.

Hay que tener en cuenta que el momento de máximo riesgo al sufrir un infarto es la primera hora. Este riesgo se concreta en una arritmia, la fibrilación ventricular, que es letal en pocos minutos si no se trata pero recuperable del todo con el tratamiento adecuado. Ante ello, el tratamiento más común es la reanimación cardiaca por parte de una persona que ha recibido el adiestramiento necesario; o la desfibrilación, que se realiza con un aparato especial del que están dotadas todas las ambulancias y también cada vez más lugares públicos.

Las técnicas de RCP y el uso de desfibriladores salvan vidas

Factores de riesgo en infartos

Estos son los factores de riesgo que nos hacen más propensos a sufrir un infarto, según los expertos:

  • Edad. Los hombres mayores de 45 años y las mujeres mayores de 55 años tienen una mayor probabilidad de tener un ataque cardíaco.
  • Tabaquismo. Se incluye fumar y la exposición por largo tiempo al humo de segunda mano. Si fumas, deja de hacerlo.
  • Presión arterial alta. Con el tiempo, la presión arterial alta pude dañar las arterias que conducen al corazón.
  • Niveles elevados de colesterol o triglicéridos. Es muy probable que un nivel alto de colesterol de lipoproteínas de baja densidad (el colesterol "malo") estreche las arterias.
  • Obesidad. La obesidad está asociada con la presión arterial alta, la diabetes, niveles altos de triglicéridos o colesterol malo y niveles bajos de colesterol bueno.
  • Diabetes. Los niveles de glucosa sanguínea aumentan cuando el cuerpo no produce una hormona denominada insulina o cuando no puede usarla correctamente. Los niveles altos de glucosa sanguínea aumenta el riesgo de tener un ataque cardíaco.
  • Antecedentes familiares de ataques cardíacos.
  • Falta de ejercicio. La falta de actividad física y el estilo de vida sedentario están relacionados con un mayor riesgo de sufrir ataques cardíacos. Hacer ejercicio de forma regular mejora la salud del corazón.
  • Dieta no saludable. Llevar una dieta con alto contenido de azúcar, grasas animales, alimentos procesados, grasas trans y sal aumenta el riesgo de tener un ataque cardíaco. Come mucha cantidad de frutas, verduras, fibra y aceites saludables.
  • Estrés. El estrés emocional, como la ira extrema, puede aumentar el riesgo de tener un ataque cardíaco.
  • Consumo de drogas. La cocaína y las metanfetamina son estimulantes. Pueden provocar un espasmo de la arteria coronaria y ocasionar un ataque cardíaco.

Consejos para la prevención de infartos

Una vida saludable y buenos hábitos en la alimentación y actividad física son claves para la prevención de un infarto:

  • Estilo de vida saludable. No fumar, mantener un peso saludable con una dieta variada y sana. Además de hacer ejercicio con regularidad y controlar el estrés.
  • Controla otras afecciones médicas. Algunas afecciones, como la presión arterial alta y la diabetes, pueden aumentar el riesgo de sufrir ataques cardíacos. Consulta al proveedor de atención médica con qué frecuencia debes controlarte.
  • Toma los medicamentos según lo indicado. El proveedor de atención médica puede recetar medicamentos para proteger y mejorar la salud del corazón.