El Hospital Quirónsalud Córdoba es el único de la sanidad privada cordobesa que ofrece un servicio de Medicina Nuclear, que facilita el diagnóstico de enfermedades difíciles de identificar por otras técnicas y en etapas más precoces.

El servicio de Medicina Nuclear utiliza radiofármacos –fármacos que tienen una pequeña cantidad de radiación– que administrados al paciente por diferentes vías, son detectados mediante un equipo de imágenes médicas, gammacámara, permitiendo el diagnóstico de patologías difíciles de identificar por otros métodos. Es una especialidad en constante desarrollo por la incorporación de nuevas moléculas que permiten distintos diagnósticos y tratamientos y que atiende tanto a pacientes adultos como a niños.

El servicio está compuesto por un prestigioso y experto grupo de profesionales: los doctores Pablo Contreras, Ana Benítez y Mariola Albalá, especialistas en Medicina Nuclear, junto a la radiofarmacéutica Beatriz López y enfermeras y técnicos especializados. Dispone de un equipo híbrido de imagen diagnóstica de última generación, que consta de dos cabezales detectores para obtención de imágenes gammagráficas de alta sensibilidad, unido a un equipo de TAC de 8 cortes que permite correlacionar anatómicamente y con bajas dosis de radiación, los hallazgos de la imagen gammagráfica y mejorarla en su procesado. Así, se trata de un equipamiento que aúna el diagnóstico funcional de la imagen gammagráfica con el anatómico del TAC, obteniendo una valiosa información morfo-funcional del proceso que aqueja al paciente.

El servicio lleva a cabo exploraciones diagnósticas de Cardiología (detección de isquemia miocárdica y función cardíaca); Neurología (estudio del deterioro cognitivo y los trastornos del movimiento, como la enfermedad de Parkinson); y Oncología (diagnóstico de metástasis óseas y de tumores neuroendocrinos, entre otros). También se realizan estudios de Endocrinología (catalogación de lesiones tiroideas y paratiroideas); Reumatología (Enfermedades articulares y óseas); Neumología (diagnóstico de tromboembolismo pulmonar y valoración de la función pulmonar); Ortopedia (valoración de las prótesis articulares y lesiones óseas traumáticas y deportivas); Gastroenterología (valoración de la función hepatobiliar y del tránsito intestinal y de los síndromes de mala absorción); y Nefro-Urología (análisis de la función renal, de las obstrucciones de la vía urinaria y de las lesiones cicatriciales renales).

También hace cirugía radioguiada en Oncología con la técnica de biopsia selectiva de ganglio centinela en diferentes tumores como cáncer de mama, cáncer de cabeza y cuello, melanoma, cáncer de vulva y de pene, entre otros, así como localización intraoperatoria de lesiones metastásicas y tumores, y cirugía radioguiada en lesiones benignas como los adenomas de paratiroides.

Además, dispone de varios tratamientos con radiofármacos para tratar patologías como el hipertiroidismo y trastornos inflamatorios articulares. Este servicio está a disposición de todos los especialistas de Córdoba que lo necesiten para el diagnóstico de sus pacientes y que podrá atender también a pacientes de Jaén y otras zonas. 

Linfogammagrafía, un logro contra el cáncer

Mayor fiabilidad en los ganglios auxiliares

Intervención. Doctores Bascuñana y Contreras, realizando una detección intraoperatoria de ganglio centinela.

La linfogammagrafía (prueba diagnóstica de medicina nuclear que sirve para identificar el ganglio linfático centinela) es la prueba de mayor fiabilidad para saber si existe afectación de cáncer de mama a los ganglios axilares, por lo que es «fundamental para el tratamiento quirúrgico, médico y radioterápico, así como para establecer un pronóstico de la enfermedad», según los doctores del Hospital Quirónsalud Córdoba, Guillermo Bascuñana, cirujano especialista en mama del servicio de Cirugía General; y Pablo Contreras, especialista del servicio de Medicina Nuclear.

El doctor Bascuñana explica que la linfogammagrafía no presenta efectos adversos ni reacciones alérgicas y es fundamental para el tratamiento quirúrgico, médico (si se prescribe quimioterapia) y radioterápico, así como para establecer un pronóstico en el cáncer de mama, ya que es imprescindible conocer la posible afectación de los ganglios axilares por vía linfática -principal modo de progresión de las células tumorales desde la mama al resto del organismo-.

En este sentido indica que existen pruebas de imagen radiológicas que pueden detectar ganglios centinelas metastásicos (infiltrados por células tumorales), confirmándose a través de biopsia por punción su positividad, pero entre un 25-30% de los ganglios negativos por pruebas de imagen pueden estar afectados por células tumorales malignas. Así, hasta la primera década de este siglo, para conocer la posible afectación de los ganglios axilares se realizaba el vaciamiento completo de la axila de la mama. Si había afectación se había realizado el tratamiento quirúrgico adecuado de la axila, pero si eran negativos se había practicado una cirugía innecesaria con las secuelas sintomáticas (parestesias) e inflamatorias (linfedemas) que podía acarrear. Para evitar los vaciamientos axilares innecesarios, se implantaron métodos quirúrgicos que permiten conocer en el mismo acto operatorio en el que se trata la enfermedad en la mama, el estado en el que se encuentran los ganglios en la axila.

Todos los métodos tienen una base científica común, la inyección de un fármaco, ya sea colorante (azul de metileno), nuclear (radiofármaco) o magnético (ion hierro), alrededor del tumor o subareolar en la mama afectada, que, siguiendo la misma vía de progresión que las células tumorales, se dirigen por los ganglios centinelas, que son los primeros en ser infiltrados y se puede detectar por su color o por emisión de señales, realizándose estudio anatomopatológico intraoperatorio para conocer durante la intervención quirúrgica su grado de afectación y así decidir completar o no el vaciamiento axilar y permitir la reconstrucción inmediata de la mama en caso de mastectomía con prótesis o tejidos propios. Por su parte, el doctor Contreras señala que la detección del ganglio «es una prueba muy segura y muy bien tolerada» por las pacientes. Unas horas antes de la intervención quirúrgica el especialista realiza la linfogammagrafía y a continuación se traslada a quirófano con una sonda detectora de radiación gamma para ayudar al cirujano a localizar el ganglio centinela.