El mundo entero asistió atónito el pasado 15 de abril al dramático espectáculo de ver una de las joyas del arte gótico devorada por las llamas. Parte de la historia de Francia se hundía con la caída de la aguja de la Catedral de Notre Dame de París, uno de los símbolos de la capital francesa, el monumento histórico más visitado de Europa, Patrimonio de la Humanidad desde 1991.

La catástrofe, que muchos vieron como la pérdida patrimonial más grave desde la segunda guerra mundial, obligó al presidente francés, Emmanuel Macron, a aplazar la alocución televisiva en la que iba a anunciar medidas para salir de la crisis de los chalecos amarillos. «Notre Dame de París es pasto de las llamas. Emoción de toda una nación. Pensamiento para todos los católicos y todos los franceses. Como todos nuestros compatriotas, estoy triste esta noche al ver cómo se quema esta parte de nosotros», tuiteó el presidente antes de dirigirse a la zona del siniestro.

Desde la isla de la Cité, antes de ser desalojados por la policía, que estableció un amplio perímetro de seguridad en torno a la catedral, parisinos y turistas veían serios, en silencio y con lágrimas en los ojos, cómo el fuego se apoderaba de la iglesia. Según los primeros indicios, el incendio se inició de manera accidental a las 18.50 horas en la parte posterior del tejado, al parecer en un andamio, cerca de donde se estaban realizando unas obras de rehabilitación. Luego se propagó a la velocidad de la luz al resto del techo, una zona abuhardillada con vigas de madera. Los operarios habían terminado su jornada a las 17.00 horas y la catedral se disponía a cerrar sus puertas cuando empezaron a verse las primeras columnas de humo, obligando a evacuar a los visitantes que estaban en su interior.

La Fiscalía de París abrió una investigación de la que se encargó la policía judicial para determinar las causas exactas del siniestro.

El momento más dramático fue cuando, poco antes de las 20.00 horas, la célebre aguja de la catedral se deshacía como un azucarillo entre las brasas, extendiendo las llamas al resto del armazón. Una parte de la estructura de la catedral, cuya construcción se inició en 1163, data del siglo XIII y otra del siglo XIX, según explicó el portavoz de Notre Dame, André Finot, quien confiaba en que la bóveda no se viera afectada. Por la noche los bomberos indicaron que la estructura de la cateral había podido ser salvada.

Exclamaciones de tristeza / Desde la cercana plaza del Ayuntamiento y en el puente de Saint Michel cientos de personas dejaban en el aire exclamaciones de tristeza al ver desaparecer la famosa aguja.

Tres horas después de declarado el incendio, unos 400 bomberos seguían luchando a brazo partido por evitar que el fuego también se llevara por delante las dos torres.

«No estamos seguros de poder detener la propagación a la torre norte. Si esta se cae, imaginen el nivel de los daños», declaró el general Jean Claude Gallet, comandante de la brigada de bomberos de París. «La salvación de Notre Dame no está garantizada», reconocía por entonces el secretario de Estado de Interior, Laurent Nuñez.

El Ayuntamiento de París estableció como prioridad garantizar la seguridad de la zona colindante para proteger a turistas y vecinos de posibles riesgos de hundimiento y, según el adjunto a la alcaldía, Emmanuel Grégoire, una comisión especial se puso en marcha con el objetivo de intentar salvar todas las obras de arte posibles, algunas de las cuales escaparon de las llamas.