BOXEO

La noche más amarga para El Cazador en Vista Alegre

El joven púgil cordobés cedió en una cita altamente emocional por el Campeonato de España de Boxeo ante el hispano-venezolano Ronny Landaeta | Su entrada se produjo enmarcada en el himno del Córdoba CF e indumentarias blanquiverdes

José Luis Navarro Jr., desolado al final del combate en Vista Alegre.

José Luis Navarro Jr., desolado al final del combate en Vista Alegre. / Manuel Murillo

Miguel Ángel Heredia

Un paso atrás para dar dos hacia adelante. La velada apodada como el “combate de su vida” para José Luis Navarro Jr., “El Cazador”, pasará a la historia no por el resultado, ni siquiera por las sensaciones, aunque sí por el sentimiento y emoción despertados en torno al joven púgil llamado a marcar una época en el boxeo cordobés, nacional e internacional. Postrado ante la cruel realidad, derrotado en la batalla del talento ante la experiencia, el revés ante Ronny Landaeta, que se adjudicó su cuarto Campeonato de España de Boxeo en la categoría de peso supermedio, en el Palacio de Deportes Vista Alegre, servirá como estímulo para relanzar una carrera que hasta el momento solo había conocido el más dulce de los éxitos, con siete triunfos consecutivos, pero que ahora recula para volver con fuerzas renovadas ante un futuro absolutamente prometedor todavía por escribirse.

Y es que la cartelera de la cita ya dejaba entrever que sería una tarde-noche con mucho ambiente. De inicio, un panel de tres compromisos profesionales, rematados por el gran duelo, haciendo las veces para abrir boca en un Palacio Deportes de Vista Alegre rebosante de afición en sus cuatro esquinas, desde el graderío hasta los aledaños de la pista, o más bien el ring. Así, los primeros cruces enfrentaron a contendientes como Eddy López frente a Kevin Traña (6x3), con victoria por KO de Traña en peso súper gallo; a JJ. Antúnez “Xispi” con Eliezer Quezada “Chiky” (6x3), triunfo de Xispi en categoría peso pluma; junto al duelo entre Gadatamen Taylor y Robin Zamora (8x3), con manos en alto de Zamora en la modalidad de peso ligero. Sin duda, duelos de altas revoluciones para caldear un pabellón al que le hizo falta verdaderamente poco para coger cierta temperatura.

Una entrada estelar

El clima se revolucionó por completo con la llegada del gran momento. Enfundado en la camiseta del Córdoba CF -como ya hizo en el debut en su tierra ante el francés Mathieu Gomes-, con el himno califal como banda sonora, acompasado con cada uno de sus pasos en dirección al ring, la brillante entrada de José Luis Navarro Jr. levantó algo más que expectación. Estaba en casa, de nuevo, ante el combate de su vida, arropado por su público, también por el cordobesismo, y con la ambición de escribir su propio capítulo en la historia reciente del deporte cordobés. Algo más que una ciudad empujaba junto al cordobés.

Ricardo Sánchez Atocha, su preparador, llegaba acto seguido, a la estela de su pupilo, marcando los tiempos entre arengas y coreos del público con dirección a donde todo acabaría decidiéndose: el cuadrilátero. Y Vista Alegre, a lo suyo, rugía como nadie, emulando grandes citas, recuperando el pulso al boxeo casi una década y media después desde su última velada.

Y en otro lado, Landaeta. La esquina roja era escenario para un semblante serio, acompañado de mirada firme, una bandana con los distintos venezolanos y el mentón apuntando al cielo. Su reputación le precedía, dos lustros dedicados al boxeo profesional, tres Campeonatos de España en peso supermedio, un Campeonato Internacional de la MF y otro de Europa para engrosar un palmarés cincelado golpe a golpe. De 40 años, natural de Altagracia de Orituco, la velada cordobesa no era ni mucho menos la primera gran cita para el conocido “El Llanero”, con un temible registro de 23 combates profesionales y el saldo de 19 victorias como respaldo, 11 de ellas, además, también por KO técnico, seguidas de un sinfín de guanteos como principal baza ante la eminente juventud del andaluz.

Pausa y dominio

Todo arrancó en los cauces esperados. La batalla prometía de inicio, aunque se confirmó con el primer repicar de la campana, seguido de mucho ritmo. Landaeta arrancó con una guardia alta, buscando las distancias cortas y llevando el duelo a las cuerdas, mientras que Navarro también tanteaba a su oponente intercalando golpes en la zona lumbar, trabajándola. Ciertamente, el combate parecía tener dueño desde el primer asalto, con el cordobés conectando un amplio registro de variantes ante un El Llanero escaso de espacios para eludir las continúas propuestas del contendiente casero. La puntuación y el escenario, aún así, también se mantenían parejos pese a la superioridad del califa, que aprovechó para poner a Vista Alegre en pie con el último de sus lanzamientos al cierre del primer acto.

Los siguientes rounds, de esta forma, se amoldaron al guion. La lucha pronto se resumió en un intercambio de ataques y defensas, casi continuo, con José Luis empujando y a la ofensiva, a la par que Ronny manteniendo la guardia. El Cazador Jr., eso sí, dominaba y dirigía, o al menos por el momento, ya que Landaeta tampoco renunciaba. Sin duda, el paso de los minutos favorecía a ambos participantes, que empezaban a sacar su arsenal bajo la manga bajo el calor incesante del pabellón. En esas, arropado por el graderío, respaldado por su gran envergadura, al igual que por su talento, Navarro comenzó a tomar la delantera de forma destacada con la llegada del tercer y cuarto round.

Las apuestas se redoblaron. La contención dio paso a la potencia y cada jab era una bala, pero de cañón. Nadie volvía la cara. El cuarto asalto inició con Navarro conectando un derechazo directo a la mandíbula de Landaeta para reafirmarse tras el amago de reacción homólogo, desarticulando el enésimo plan del hispano-venezolano con la fórmula más simple ideada: un golpe seco. No es de extrañar que, a pesar de la manida veteranía de Ronny, la frescura del cordobés empezaba a restarle ganas y oxígeno, al igual que fuerzas. La cosa iba en camino.

Lance del combate entre Navarro y Landaeta.

Lance del combate entre Navarro y Landaeta. / MANUEL MURILLO

Cambio de ritmo y revés

Y es que en los cientos de escenarios previstos, imaginados y contemplados una vez echó a andar la pelea, el que más se resistía era el de la derrota local, por lo que la recta final del duelo tornó en dramática. Una vez rebasada la marca de los cinco asaltos, el ecuador del combate estelar de la velada, las exigencias subieron el listón en la parcela física. Ninguno de los dos competidores mostraba el mismo talante que hace apenas un par de rounds, con mención especial para José Luis Navarro Jr., que había menguado en su empuje y empezaba a encajar los primeros golpes de toda la pelea. Ese fue el preludio del desenlace.

El cambio de papeles se hizo efectivo en el último tramo del quinto asalto y el inicio del sexto, en los que Landaeta aprovechó su oportunidad. El Cazador acusaba el desgaste de un arranque tan fulgurante con dudas y pocas reservas en los pulmones, utilizando la esquina como reposadero para recargar energías ante un El Llanero que conocía a la perfección la jugada. Dentro de la breve fase de cansancio atravesada por el cordobés, de esta forma, el de Altagracia de Orituco le regaló un frenesí de golpes en la zona abdominal, lumbar y la mandíbula para inesperadamente nivelar la balanza pese al brillante inicio del combate de Navarro.

Landaeta conecta un golpe con el rostro de El Cazador.

Landaeta conecta un golpe con el rostro de El Cazador. / MANUEL MURILLO

Ciertamente, el sonar de la quinta etapa se esfumó con un suspiro en la esquina reservada para el cuerpo técnico del cordobés, con El Cazador, padre, del que heredó el apodo y el gen competitivo, junto a Ricardo Sánchez Atocha, hilando un nuevo esquema para superar el bache. No hubo manera. El cansancio pasó factura a la receta, al inicio del sexto, con un ligero conato de reacción de José Luis en primera instancia, seguido de una acción desafortunada en un traspié, para acabar postrado sobre la esquina homóloga con la defensa baja. Allí acabó la pelea.

Tan pronto como El Cazador Jr. tocó el vertiente azul del ring, Landaeta se abalanzó sobre el púgil de 22 años para sentenciar con la última secuencia de ganchos y golpeos. Su derecha era un fusil, su izquierda un martillo, y todo acabó en un abrir y cerrar de ojos de la forma menos esperada, aunque una bien conocida. El árbitro de la contienda decretó el KO técnico -aquel resultado tan repetido por Navarro, responsable de sus siete victorias en siete combates hasta la fecha- y el respetable enfureció por momentos, en desacuerdo con la decisión, apesadumbrado por la derrota, aunque poco a poco arrancando aplausos para terminar en el mismo grado de expectación que inicialmente. Su protegido, resignado por la derrota, con el sabor agridulce de haber dado todo pero caído en un lance aislado de un duelo dominado con autoridad, se marchó cabizbajo, elevando disculpas, aunque ensordecido por los ánimos y cánticos de un Vista Alegre que sabe que vivió una de las pocas noches aciagas que tendrá su prometedora trayectoria, aunque fuese la primera.

Landaeta alza las manos tras proclamarse Campeón de España.

Landaeta alza las manos tras proclamarse Campeón de España. / MANUEL MURILLO

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