Ruta 2 | Patios de San Agustín, San Lorenzo y San Andrés

Mariano Amaya 4

Llamar a las cosas por su nombre

Mariano Amaya 4

Mariano Amaya 4 / Manuel Murillo

Juan M. Niza

Juan M. Niza

ARQUITECTURA ANTIGUA Categoría D (de 41 a 61 metros cuadrados).

PREMIOS

Reconocimientos: Accésit (1995, 1996 y 2007). Mención especial (2010) y Premio singular (2017 y 2024).

CUIDADORAS

Marina Muñoz y su hija Celeste Almenara.

LA PLANTA

Cada maceta tiene un cartelito con el nombre de la planta, algo que muchos agradecen infinitamente.

EL DETALLE

No faltan guiños a niños y mayores. Observen las muchas puertas y ventanas de cuando era casa de vecinos.

 

Es uno de los recintos que más magia tienen, literalmente, incluso con historia de misterio propia de un espíritu bonachón que habita en el pozo. Pregunten a Celeste por la leyenda. Este año, Celeste ha preparado una balconada espectacular de gitanillas rojas y rosas, y ha confeccionado los cartelitos con los que identifica la especie de cada maceta (y hay cientos) con un llamativo plástico rojo con una cuerda «para que no lo cojan, y aún así hay gente que se lo lleva de recuerdo», dice Celeste. A su lado, y pese a sus 88 años, su madre, Marina Muñoz, es todo energía «y no ha perdido la voz de mando», ironiza su hija. El inmueble pertenecía al Duque de Hornachuelos en 1863 y en el mismo llegaron a vivir ocho familias. Antonio Almenara se fue haciendo con la propiedad para convertirla en casa unifamiliar sin perder el espíritu de antaño, con su suelo de grandes bolos de río (común en las casas más populares), gruesos muros, pozo medieval y toda una gama de puertas, ventanas, portezuelas y ventanucos de cuando cada dependencia la ocupaba una familia y se buscaba la luz y el aire del patio. Sigue participando en los ciclos Patios en Navidad y Jueves Santo en los Patios.

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