Abre la puerta con la bata de faena y las zapatillas de deporte, pero al saber que viene el fotógrafo corre a cambiarse. A pocas horas del inicio del concurso, anda perfilando cada detalle de cada maceta junto a una de sus hijas, que ha venido de Huelva para ayudarla y su sobrino, que, subido a la escalera, va retirando las plantas que Ana le indica para sustituirlas por otras que bajan de la azotea. Los escudos de De Austria y Leiva, apellidos de Ana y su marido, ya fallecido, dibujados en el suelo del patio con chino cordobés, parecen coloreados por los pétalos que pueblan el suelo. Al patio todavía lo están peinando. Una tortuga diminuta deambula por la casa y se detiene junto a la mesa donde la dueña se sienta a conversar.

-¿Qué es su patio para usted?

El patio es uno más de mis hijos porque lo mimo igual, desde por la mañana estoy arreglándolo, quitando hojas secas... eso nos pasa a todos, a veces con el pijama todavía puesto subo a la azotea, luego bajo y me lío con los claveles... Siempre ando pinchando plantas, todo lo que se troncha lo pincho y sale otra vez.

¿Cuál es el secreto para que una planta crezca bonita?

Que estés pendiente de ella y le hables como si fueran tus hijos. Cuando alguna se tuerce le digo «¿qué haces? Yo te he echado agua y vitaminas, ¿qué quieres más?»

¿Tiene su ojito derecho?

A mí me gusta mucho el rosal de la esquina, de terciopelo rojo, que tiene un olor que cuando entra la gente, no se lo cree. Estaba lleno de rosas y mira... Si sale el sol igual se abren estos días los capullos que están saliendo, pero como llueva otra vez, se esconde la planta. Arriba tengo muchas azucenas que me encantan y que no son de vivero, a mí me gusta criarlas, y una flor de lis preciosa.

¿Cuál es la planta más antigua que conserva?

La esparraguera basta tiene no sé cuántos años, antes la tenía en la puerta y la cambié para que no ensuciara tanto, también es muy antigua la costilla de adán, la flor de oca, la espina del señor, los ficus... 

¿Cuál es su primer recuerdo en este patio?

Aquí me vine cuando me casé, mi suegra tenía el patio puesto antiguamente con las vecinas, porque aquí había 9 familias. Esto era una casa que daba la vuelta a la calle, de más de 600 metros, con un patio enorme con árboles. Aquí hacían bailes peseteros, que era lo que se hacía en las casas con patios grandes, donde ponían a veces un ambigú. Los hombres pagaban una peseta para entrar y las mujeres nada. Cuando me quedé sola, lo cerré y vendí la otra parte. Mi marido, Paco Leiva, era muy conocido en el barrio porque fue el vocal de festejos de la asociación de vecinos en los 70. En esa época, se presentaban muy pocos al concurso y él, para dar ejemplo, se apuntó y luego se unieron más

¿Cuántos años lleva abriendo el patio en concurso?

Desde el 79, 42 años. En un libro del Ayuntamiento vimos que este era el patio que lleva más años concursando ininterrumpidamente. 

¿Está contenta con los premios que ha recibido hasta ahora?

Tengo muchos reconocimientos que nos han dado a mí y a mi marido, pero premios, premios, solo un segundo y menciones especiales, en todos estos años nunca me han dado el primero.

¿Le pesan los años?

Qué va. Yo soy ahora la mayor de las cuidadoras del concurso aunque no lo parezca (risas), tengo 85 años y cumplo 86 el 20 de mayo, pero todavía me tiro al suelo si hace falta. No me pesan, pero las personas mayores tendríamos que tener una ayuda. 

¿Quién le inculcó el amor por las plantas?

Mi madre, ella nos ponía las manos atrás para que oliéramos las flores sin tocarlas, como a ella le hizo mi abuela, para que no las rompiéramos. Las flores se ven y se huelen, pero no se tocan, decía. Yo también he hecho lo mismo con mis hijos y mis nietos. 

Ana de Austria, rodeada de macetas, en su patio de San Basilio 22.

¿Qué cree que tiene su patio de especial?

Es especial porque no hay otro igual, esta era una casa señorial que tiene más de dos siglos de historia. La cancela se puso en 1868, pero no sabemos a quién perteneció en esa época. Mis suegros vivieron aquí desde 1939, después de la Guerra, tenía unas puertas con cristaleras de colores y al fondo, había servicios para caballeros. En verano, ponían un tapón y como el patio era de cemento, hacíamos una minipiscina para los niños. 

¿Qué momentos especiales han celebrado en este patio?

Uf, ha habido bodas, las comuniones de todos mis hijos y muchos peroles, el otro día hicimos uno por el cumpleaños de uno de ellos. 

¿Cree que hay pique entre el Alcázar Viejo y el resto de patios?

Yo no me pico con nadie, pero puede que sí porque aquí viene más gente, pero eso es por los autocares, que paran al lado de la Mezquita y los turistas se vienen aquí.

¿Cómo recuerda la edición del año pasado?

El mes de mayo fue muy raro, nos asomábamos por los balcones y el barrio parecía un cementerio. Luego en octubre, mis hijas no me dejaron que bajara por el covid, pero me asomaba y si venía mucha gente me iba. No fue lo mismo, por eso este año tengo mucha ilusión de abrirlo otra vez.

¿Por qué cree que los jóvenes no quieren patio?

Porque esto da trabajo y se lleva mucho dinero. Este año, a mí se me han ido más de 600 euros solo en cambiar tiestos, además hay que pintar las macetas, el estiércol, la casa que también hay que pintarla, el agua... Se va un dineral cada año. Antes nos daban para ir a los viveros, pero ya el accésit nada más.

¿La fiesta ha cambiado para mejor con los años?

Yo creo que sí, se ha perdido esa cosa que había antes, que se ponía la gente a bailar y a cantar, pero está más organizado y seguimos charlando con la gente y contándole las cosas del patio, eso no se puede perder.