En Córdoba están proliferando cada vez más las empresas y profesionales que organizan y planifican bodas, desde elegir una finca con unas características determinadas, al catering y la decoración para adornar el recinto. Asesora también con el maquillaje, la peluquería, a contratar vehículos, a hacer la reserva del hotel, a la tarta…, y todo lo que se pueda imaginar. Y no puede faltar el vestido de la novia. Su precio en el mercado es muy variable, desde los 500 hasta los 3.000 euros, aunque siempre hay bolsillos más exigentes. Para ahorrar una gran cantidad de dinero en un traje que no volverá a vestir la novia nunca más, algunas de ellas optan por el alquiler. En Montilla y en toda la provincia de Córdoba Córdoba existen un gran número de tiendas especializadas en la materia, y una localidad, como Fuente Palmera, que celebra una Feria de la Boda de fama nacional.

Otro de los gastos que no escapan a ninguna boda es el del fotógrafo. A día de hoy hay mucha competencia y eso ha obligado a bajar los precios. Se pueden encontrar los servicios de fotografía desde 1.000 euros, pero pueden irse a más de 2.000, según se ha podido comprobar en este salón de la boda.

La crisis ha hecho surgir el ingenio de las parejas, recurriendo a invitaciones de boda digitales con las que el ahorro puede ser de hasta 200 euros. Los detalles para los invitados rondan los 450 euros y las alianzas se mueven en una orquilla muy extensa. Además, si se desea contratar música en directo para la ceremonia hay que reservar un presupuesto de entre 200 y 400 euros; y para una orquesta el presupuesto sería cercano a los 1.000 euros.

Y por último, el viaje de novios. A los más ‘listos’ les dará para pagarlo con la manzana de los invitados. Los que más gastaron en la boda tendrán que ponerlo de su bolsillo. «Los destinos asiáticos está de moda, pero hay quienes siguen optando por islas paradisíacas o por Nue va York». El precio se mueve entre los 6.000 y los 9.000 euros.

Otra tendencia que se está viendo últimamente es que España se está secularizando a toda velocidad. La caída de los matrimonios religiosos es el indicador más claro. Las cifras son muy elocuentes: en 1980, el 96% de los matrimonios se hacían por la Iglesia; en 2005 eran el 60% y ahora mismo no llegan al 22%. Hasta hace poco, las manifestaciones de religiosidad estaban muy influidas por la tradición o la inercia. Nuevos tiempos.