El cultivo de la naranja es una de las fortalezas de la Vega del Guadalquivir al ser el cultivo más social, oferta una media de 250.000 jornales en campo y unos 200.000 en almacén.

Esta realidad empezó su despegue hace algo más de una década. En el año 2011 la superficie citrícola era de unas 4.000 hectáreas, en el 2005 llegaba a 8.150 y, según el último censo, hay 11.600 hectáreas. El 97% de la citricultura cordobesa está en la Vega, en unas 1.000 explotaciones donde el 58,2% de ellas tienen menos de 10 años. Esta superficie representa el 13% de la citricultura andaluza, tras Huelva y Sevilla.

Los últimos datos de producción en la Vega cerraron un volumen de 259.000 toneladas en la campaña 2010-2011, un crecimiento de un 9,2 % con relación a la anterior debido a la entrada en producción de nuevas plantaciones de variedades tardías.

Por otro lado, la zona citrícola cordobesa se ha unido al sector ribereño al Guadalquivir en la provincia de Sevilla creando la marca de garantía Naranjas del Valle del Guadalquivir. Prevé comercializar esta campaña más de 5 millones de kilos con destino final en mercados europeos. El objetivo es alcanzar una Indicación Geográfica Protegida.

La concentración de la oferta es la apuesta defendida desde el sector empresarial y la Administración. Una estrategia creada hace años y que ahora se acusa cuando la citricultura atraviesa por una crisis de rentabilidad. Se subraya la unión de los agricultores para luchar contra la distribución y mejorar la comercialización.