Opinión | 'In memoriam'

Lourdes Pérez Moral

Julián García García, 1930-2025

Sucede con la consanguinidad de los hombres de letras cuando no se puede estar a su altura lo que con la herencia de las hidalguías cuando no se tiene hacienda para sostener su lustre: agobian, abruman, pesan porque obligan a algo que no es dado compensar bien por insuficiencia de medios intelectuales o económicos aunque, quizás también, por no ser dignos. Y en esta situación escribo a la memoria de Julián García García: no por parentesco ni linaje pero sí de amistad.

El nacimiento es a veces un hecho casual pero este forastero se sintió plenamente egabrense en su pueblo de adopción y buena prueba de ello, ya truncada su vida, han sido las muestras de afecto y consideración a su esposa e hijos reconociendo que ya es acreedor a la eterna justicia del laurel de los justos.

No quiero retratar su semblanza porque es pública pero sí su trato: afectuoso, simpático; su conversación: amena, culta; su pensamiento: elevado. Todo ello ha descollado en su magisterio y obra gracias a una memoria portentosa y de recto raciocinio para una complexión no de gigante pero sí de aquel que logra salvar del olvido, que es peor que la misma muerte, parte de la riqueza docente y terruña.

Qué pena es ver morir a estos hombres porque, a pesar de tener una vida prolongada en años y méritos, se llevan el tesoro de la erudición a la tumba. Aquí ya dejan fama y gloria que son las que siguen perennes entre todos nosotros y Julián, que ya ha atracado en el puerto como Plutarco, conversa de Carandell en nuestro penúltimo encuentro cual profesando, a esta tierra de Cabra, su cariño. 

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