Opinión | Agradecimiento

José Antonio Guzmán Pérez

Córdoba

Cáritas

Por circunstancias de la vida, profundamente tristes, fui una persona «sin techo». Olvidado por muchos, molesto para otros, ya mi presencia no aportaba. Un tremendo silencio, una desesperanza extrema se adueñaron de mi alma.

Pasé a ser sombra, invisibilidad. Mis pasos me llevaron a Cáritas, a su casa de acogida, allí conocí «ángeles terrenales», que empezaron a aportarme fe en mí mismo, a cultivar mi pensamiento, viendo mis circunstancias vitales como una gran prueba de vida. El tacto de Dios lo poseen las hermanas Mercedarias, la dulzura y calidez de esas paredes que cual «Verónica» enjugan tantas lágrimas. La orientación laboral, siempre la palabra de apoyo en los docentes, en mis maestros. Comencé de nuevo a tener una identidad, luz desde interior, cada día más avivada como caricias de sentimientos, por la impronta de mi eterna estrella, mi madre. El hogar es la raíz, como aquella casa de acogida, siempre será mi casa. Tantos desvelos por el prójimo, altruismo a corazón abierto, soy y seré de esos cuatro corazones que engarzan el cielo y la tierra, lo tangible, y a veces los detalles más poderosos guardados en lo intangible.

Siempre agradecido y deuda con las personas que de nuevo me han puesto en el camino de la luz, Dios os Bendiga.

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