Opinión | 'IN MEMORIAM'

Juan Espuny Fernández

Al final llegó el día...

Me cuesta mucho escribir esta carta, pero necesito hacer una carta al estilo de las que escribía para mi padre hasta el mes pasado. Al final, mi padre, Rafael Espuny Moyano, falleció el pasado 9 de marzo.

Tras miles de horas de conversación con él, desearía que se me haya pegado algo de su forma de ser, su sentido del humor, su sabiduría y su saber afrontar la realidad, aunque sé que es imposible y además estoy seguro que no llegaré a ser tan querido, respetado y apreciado como familiares y amigos nos han demostrado que él lo era.

Entiendo esta carta como una forma de dar un enorme gracias a todo el mundo, tanto a los que nos acompañaron en persona durante el duelo como a los que lo hicieron en la distancia. De verdad que nos sentimos (me arrogo la potestad de hablar en nombre de toda la familia) muy acompañados en esos momentos tan difíciles.

Pero también quiero dar las gracias en el nombre de mi padre y en el mío propio a todo el Servicio Andaluz de Salud, que nos ha tratado siempre con una cortesía, una amabilidad, una simpatía y una profesionalidad fuera de serie. Mi padre siempre decía que Andalucía es la tierra más rica del mundo por su gente y, que si es verdad lo que todo el mundo dice que la Sanidad Pública está muy mal, será que el Hospital de Montilla, el área de oncología del Hospital Provincial (con la Dra. Ortiz, Mari Paz, Cristina, etc) , el área de paliativos del Hospital de Cabra (con Susana y el enlace en Montilla, Mª Carmen) y el área de ostomía del Hospital Reina Sofía (con Araceli) serán una excepción por su trato y su profesionalidad, que siempre fue ejemplar. Seguro que me dejo a alguien atrás, pero espero que estas letras sirvan para el agradecimiento a todo el SAS.

Tampoco puedo olvidar el servicio y el cariño que nos ofrece cada día Monsecor, desde hace tiempo que son parte de nuestra familia.

Hay un proverbio africano que dice que cuando muere un anciano, una biblioteca se quema. Aunque mi padre siempre fue joven de espíritu, creo que es la mejor definición de lo que me ha pasado. Se ha perdido una fuente de saber inagotable, con experiencia en casi todo lo imaginable, con ganas de explicar y enseñar. 

En definitiva, gracias a todo el mundo por la forma de tratarnos y acompañarnos en este difícil trance pero especialmente gracias a tí, papá, te echaré mucho de menos.