El modesto Córdoba Patrimonio de la Humanidad será esta temporada el único representante del deporte cordobés capitalino en competiciones nacionales de máxima categoría. Por ello, me sorprendió leer la noticia publicada en prensa en la que se informaba que ya se había alcanzado la cifra de 637 abonados al cierre de la segunda semana de captación. La verdad, resulta una cifra bastante escasa para las muchas virtudes de este club y para el espectáculo que sus guerreros ofrecen cada jornada sobre la pista.

Encadenar tres campañas en la Primera División de la Liga Nacional de Fútbol Sala en una ciudad sin apenas tejido empresarial, lo que merma enormemente las posibilidades de obtener patrocinios destacados y no hablemos ya de las de encontrar un mecenas, da la sensación, visto desde fuera, de que se trata de una labor titánica que los aficionados al deporte debemos valorar y agradecer al Presidente como cabeza visible de la entidad.

Cierto es que atravesamos tiempos de gran incertidumbre en los que hay que pensar muy bien dónde gastarse el jornal pero abonarse a este humilde club se antoja fundamental para su subsistencia. Disfrutar de un deporte eléctrico y emocionante y crear vínculos con familia y amigos en Vista Alegre mientras el equipo de tu ciudad se bate el cobre con poderosos rivales de la mejor liga del mundo se trata, a todas luces, de una gran inversión, antes de que nos ocurra, otra vez, aquello de recordar con nostalgia los tiempos en los que nos sentábamos en la mesa de los novios cuando ya no nos inviten a las bodas.