La Oreja de Oro ha vuelto a brillar en la feria de mayo cordobesa, en la figura del novillero Rafael Raucoule ‘El Rafi’, después de que en 2015 se concediera a Javier Moreno ‘Lagartijo’ y tras 73 años de historia. El secreto que ha hecho posible que se mantenga tantos años a pesar de tantas vicisitudes ha sido la constancia transmitida a la nueva savia.

Desde que se creó el Club Calerito en 1948 – el tercero más antiguo de España-- su primer presidente, Rafael Pacha Lucena, junto a José Santiago Carreras, amigo personal de Calerito y albacea de sus bienes a su fallecimiento, el 13 de noviembre de 1960, supieron inculcar a sus más de 200 socios el cariño al club y el espíritu de lucha por su supervivencia. Entre los socios fundadores encontramos a paisanos, familiares y grandes amigos del diestro, así como a excelentes aficionados: Vidal Martínez Areales, padre de Diego Martínez García, apoderado de Calerito y regente de Casa Vidal, primera sede del Club; Manuel Heredia Espinosa, Antonio Fernández Cantero, primo del torero; Rafael Ramírez Gutiérrez, Manuel Guillén Fernández o Enrique Cabello García...

En 1972 fue elegido presidente por primera vez Enrique Luque Navas, que ha sido uno de los hombres más entregados al club, pues supo mantenerlo junto a otros directivos y socios luchadores hasta poco antes de su fallecimiento. Su gran labor la avala su elección como presidente en cinco ocasiones y su permanencia al frente del mismo más de treinta años, razón por la que se le concedió la presidencia de honor perpetua. Él me inculcó el cariño que conservo al club y su recuerdo me hace luchar por su permanencia.

De aquellos primeros socios aún queda alguno: Rafael Tapia, artífice de nuestro trofeo. Los demás que también pusieron su grano de arena ya no están entre nosotros. Es el caso de José Uruburu García, del que, lamentablemente, se ha cumplido un año de su fallecimiento y al que quiero recordar como uno de los últimos puntales del club. Tanto con Enrique Luque como con José Uruburu y una extensa lista de socios compartí vivencias de logros importantes para la historia del Club Calerito, entre ellos, las distinciones más destacadas alcanzadas: el Potro de Oro de la Federación de Peñas y la Medalla de Plata al Mérito Taurino de la Real Federación Taurina de España.

No puedo dejar de recordar también, al citar la última distinción, la figura de otro hombre ejemplar al que tuve la suerte de conocer y tratar entre los del mundo peñístico cordobés: Clodoaldo Cano Arévalo, como presidente de la Federación Provincial Taurina de Córdoba, que tanto luchó por mantener el prestigio taurino de nuestro coso de Los Califas. Tanto él como Enrique Luque y José Uruburu dejan huella imperecedera en la historia del club y en el mundo peñístico cordobés.

Finalmente, no me puedo olvidar de los que sin duda serán el futuro del club, la Juventud Taurina Calerito, la nueva savia que dará continuidad al mismo y que ojalá lo sea para muchos años.

(*) Presidente del Club Calerito