Era casi un crío cuando me atreví a abrir el bar Alhaken, en la calle Fernando de Córdoba, dando ese paso que te convierte en autónomo y te obliga a hacerte cargo de tu propio destino. Con el tiempo, mi pequeño negocio pasó a llamarse ‘Angelito’, pues era así como me llamaban mis clientes y como llamaban a mi establecimiento. «Nos vemos en Angelito», dicen, y es para mí un honor haber recibido, a lo largo de casi treinta años, a dos generaciones de clientes que han sido amigos, a los que hoy son mayores y a sus hijos, que ya a veces se acercan un rato llevando de la mano a esa tercera generación que he conocido desde mi pequeño negocio.

Pero las circunstancias que llevamos viviendo desde hace más de un año y la reflexión sobre un futuro que forzosamente va a ser distinto me han llevado a tomar la decisión de cerrar. Una decisión dolorosa, pues este ‘pequeño Bernabéu’ en el que tantos partidos de fútbol hemos visto juntos y en el que tantas tertulias se han disfrutado dejará tras de sí muchos recuerdos, la mayoría gratos.

Por eso, quiero dar las gracias a toda la clientela, muy especialmente a esos fieles parroquianos que se acercaban y siguen acercándose casi a diario. También a los vecinos de esta zona, que, a pesar de ser tan céntrica, tiene su espíritu de barrio, a los buenos compañeros de los negocios y tiendas de nuestras calles, a los cordobeses que de vez en cuando se dejaban ‘caer’ por ‘Angelito’... ¡Gracias a todos, os llevo en el corazón!

Y, aunque esto es una despedida por este largo periodo que se cierra, no penséis que me marcho del todo, pues seguiré muy cerca, en una nueva etapa profesional. ¡Un abrazo a todos!