La pandemia del coronavirus trajo al mundo el cierre de las actividades que fueran proclives a propagar el covid-19 y entre otras muchas anuló los viajes que hacíamos los jubilados y pensionistas con el Imserso en el programa de turismo social del gobierno.

Las aglomeraciones, en autocares, reuniones o comedores de los hoteles, eran un terreno abonado para la transmisión. Los pensionistas se contagiaron en esos espacios al inicio de la pandemia e incluso muchos murieron, lo que provocó que fueran suspendidos estos desplazamientos.

Parece que cuando este colectivo sea vacunado en su gran mayoría, se va a reanudar el programa de viajes para «reactivar» el sector turístico. Nos surge una pregunta de inicio. ¿Qué peligro corremos con los que aún no han recibido la vacuna: guías, limpiadoras, camareros, cocineros, recepcionistas, chóferes, dependientes de comercios... y tantos otros, todos ellos jóvenes alrededor nuestra que pueden ser contagiadores del virus?

Estas personas en la calle también pueden infectarnos y la precaución debe seguir siempre hasta la total vacunación. Las mascarillas, distancia social o el lavado y desinfectado de manos frecuente es prioridad para nosotros. Pero además antes el Gobierno deberá exigir y garantizar al máximo el cumplimiento de todas las medidas y normas de seguridad necesarias, con una vigilancia extrema, para preservar lo más posible a los jubilados que participen en ellos, protegiendo su salud y evitar contagios. Los pensionistas queremos viajar y disfrutar los años que nos queden de vida con las mayores garantías de pasarlo bien, no para contraer ninguna enfermedad o provocar una nueva ola de pacientes por el peligro que supone para todos.