Opinión | NO NI NA
Las tildes
Si Luis García Montero la hubiese emprendido por las tildes con el director de la RAE, el pozoalbense Santiago Muñoz Machado, todavía tendríamos caso. Pero por este camino, ni modo. La docta casa decidió en 2010 dejarnos sin guión ni truhán porque mejor truhan y guion. De la noche a la mañana, mutaron en monosílabos por influencia de los hermanos de las américas, que hacen diptongo donde los de la parte de acá tenemos hiatos.
Y así mi madre ni me frió unos boquerones ni me crió en el pueblo. Porque lo suyo es crio y frio. Nadie rió un chiste ni fió una cantidad ni lió un pollo en la Magna. El chascarrillo se rio, el dinero se fio y la Magna se lio. Y así llegamos a las diacríticas, marginadas como una gitana no empoderada. Que a los que hicimos el Unificado Polivalente nos cuesta no diferenciar solo (sin compañía) de sólo (solamente), porque ahora todo es solo. O este plan de mira éste. Porque ahora este es siempre este.
Puestos a meter deditos en el ojo, el jurista Muñoz Machado es culpable de bluyín, adaptación carajotera de «blue jean» o pantalón vaquero, tragaderas de la Academia. O de darle esquinazo al pretérito anterior, qué culpa tendrá el pobre, esa maravilla que nos señala el pasado de un pasado, almacenado, dicen, en la lengua literaria. O de sostener que la entrada en el diccionario la marca el uso mientras flamenquín sigue errante. O de la guarrada que le hicieron a Luis Alberto de Cuenca, que les da mil vueltas.
Muñoz Machado es responsable, todo hay que decirlo, de unos diccionarios innovadores, las mejores ediciones críticas de los grandes títulos de la literatura que se pueden comprar en las librerías y una apertura al español que habla la mayoría de los que compartimos este idioma, el del otro lado del mar. Mientras el Cervantes se dedica no se sabe muy bien a qué. «Coheche vuesa merced y tendrá», que escribió Don Miguel.
García Montero, que cuando quiere es bastante gañán, fue condenado por llamar «hijo de puta, cretino, mequetrefe, sinvergüenza y cabrón» a un compañero de departamento universitario y a Muñoz lo ha zaherido por abogado de ricos -cosa que es técnicamente verdad- y por no ser filólogo -lo que es de todo punto imperdonable-. Algo se ha ganado. Como aquel amigo letrado, que tenía la letra pe de su agenda presidida con la anotación de «policías, periodistas y putas».
Estamos los de humanidades por sacar las palomitas. Si tuviésemos algún sentido del espíritu nacional, Muñoz Machado le cruzaría la cara con un guante al vate granadino y habría duelo a pistola, pongamos, ante el cuadro violentado de Garnelo. Los directores del Instituto Cervantes, esa academia pública de idiomas que coloca a los colegas del Gobierno en retiros estupendos, y de la Real Academia, batiéndose florete en ristre, citando a Calderón por la cosa de la honra, censurando tanto gerundio. Mientras imaginamos que alguien, en la sombra, acaricia el gato por lo bien que se comporta el servicio.
*Periodista
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