Opinión | La clave
El síndrome del No-Do
Produce una extraordinaria fatiga y una angustiosa sensación de ‘déjà vú’. La percepción de girar en la rueda de hámster es intensa. El trastorno suele provocar indignación, incluso rabia, aunque también va acompañado de momentos de abatimiento y deseos de apearse del mundo. El síndrome es mayoritariamente femenino y, aunque sus síntomas son compartidos por varias generaciones, suele presentarse de forma mayoritaria en mujeres de edad madura, aquellas que aún guardan en algún punto lejano de su memoria cierta tonadilla.
La música era toda una declaración de intenciones. Pomposa y triunfal anunciaba el inicio de la píldora propagandística. Diez minutos de proyección obligatoria en todos los cines hasta la muerte de Franco. Como bautizó el periodista y sociólogo Saturnino Rodríguez, el No-Do era el «catecismo social de una época». Las glosas al dictador y a su política se enmarcaba en una imagen de España exaltada, uniforme y católica. En el potaje ideológico, la mujer servía para llevar modelitos y dedicarse al hogar y la familia. La pobre, no daba para más.
¿Y el síndrome del No-Do? Esta sensación agotadora y exasperante que produce entreoír la tonadilla de marras en los discursos de algunos. Tener que volver a defender lo ganado y enfrentarse a argumentos ya superados que solo pretenden el control del cuerpo de la mujer y, con ello, su sometimiento. Todo está ya dicho y luchado. Pero, de nuevo, la rueda. ¿Que no existe el síndrome del No-Do? Tampoco el síndrome posaborto y Madrid aprobó la obligatoriedad de informar de sus falsas consecuencias a las mujeres que decidieran abortar. Al fin, el PP rectificó, pero el caso ilustra la voluntad de los reaccionarios. Porque la perversión no solo radica en la burla acientífica, sino en la imposición de escuchar. Aleccionar presuponiendo la ignorancia, la bobería o la frivolidad de la mujer que aborta. Esa es la auténtica naturaleza de la cruzada ultraconservadora: degradar a la mujer para retornarla al engranaje del cuidado. De nuevo, modelitos y maternidad.
*Escritora
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