Opinión | Aprender para contar
Es que es muy difícil que se cree vida en un planeta...
El deseo de que exista vida en otros planetas es muy humano y llevamos décadas diseñando experimentos para encontrarla. El proyecto SETI, paradigmático, es el ejemplo más conocido, y la ausencia de señales de otras civilizaciones con la gran antena de Arecibo (Puerto Rico) han sido una decepción y también un enigma. Hace más de un año les conté aquí mismo, en un artículo titulado «¿Hay alguien ahí?», cómo una publicación científica explicaba por qué la probabilidad de que se desarrolle vida inteligente es mucho más baja de lo que se pensaba en los años sesenta. En aquel entonces, la famosa fórmula de Drake creó unas expectativas de numerosas civilizaciones con las que podríamos entrar en contacto. Los números de los cálculos optimistas de Drake se reducen significativamente si se tiene en cuenta la historia de la vida en nuestro planeta. Como les conté, el tiempo en el que se desarrolló la vida en la tierra fue muy corto y fue gracias a la actividad tectónica, el movimiento de las placas que genera los volcanes, que se llegó a la formación de organismos que han generado la vida como la conocemos.
Hoy vuelvo con el tema porque acabo de leer dos artículos recientes, publicados en las revistas Icarus y Science, que dicen que fue necesario que un pequeño planeta con agua (hielo) entrara en nuestro sistema solar y que impactara con la tierra para que la vida se pudiera desarrollar. Más condicionantes aún.
Nuestro Sistema Solar se empezó a formar hace 4.568 millones de años, cuando la materia ‘sobrante’ de la formación del Sol se distribuyó en un anillo a su alrededor, donde se fue condensando hasta dar lugar a los planetas. Un nuevo estudio, liderado por Pascal Kruttasch, ha puesto fecha precisa a la formación de la Tierra. Usaron la técnica de la desintegración radiactiva de isótopos, en concreto el paso del manganeso-53 a cromo-53. De este modo dataron de modo muy exacto la composición de las rocas y meteoritos más antiguos de nuestro planeta. Con esta precisa «arqueología geológica» llegaron a un resultado sorprendente: la Tierra se formó muy al principio de nuestro Sistema Solar, teniendo ya todos los elementos que la constituyen apenas tres millones de años después de la formación de éste. Además, la formación de la Tierra no fue un proceso lento como se suponía, sino muy rápido.
Esto lleva a otro resultado muy importante. Si la Tierra se formó muy pronto y en un lapso de tiempo muy corto, nuestro planeta estaba tan cerca del Sol que las altas temperaturas impidieron la condensación de los elementos volátiles, como el agua, el carbono, el nitrógeno o el azufre. Todos ellos semilla de la vida, que en vez de incorporarse a la proto-Tierra, permanecieron en estado gaseoso, flotando libremente por el Sistema Solar interior.
Los resultados de esta investigación científica abren así otra incógnita: nuestro planeta está muy cerca del Sol y tiene mucha agua, y eso en sí mismo es un enigma para los nuevos cálculos de su breve y temprana historia de formación. La solución al enigma podría ser Theia, un ‘protoplaneta’ del tamaño de Marte que se formó en una región mucho más alejada del Sol. Se formó más allá del cinturón de asteroides, y por tanto en un entorno más frío donde, esta vez sí, los elementos volátiles pudieron condensarse y ser incorporados a su estructura. Según el estudio, el impacto con Theia no solo originó la Luna, arrancando material a nuestro planeta, sino que incorporó también grandes cantidades de agua y otros compuestos volátiles a la Tierra.
Los nuevos resultados afirman que la proto-Tierra fue inicialmente un planeta rocoso y seco. Se puede suponer que fue solo la colisión con Theia la que trajo elementos volátiles a la Tierra y, en última instancia, hizo posible la vida aquí. La idea de Theia como proveedora de agua está respaldada por otros estudios anteriores, como el publicado en Icarus, que concluye que Theia entregó a nuestro planeta una gran cantidad de agua que aún es visible en el manto terrestre.
Total, que si en el Universo abundan los planetas rocosos y secos, la Tierra es una excepción, una anomalía, que resulta de una serie de eventos cósmicos muy poco probables. No habría vida por todas partes, contrario a lo que estimaba Drake, porque son muchas las condiciones para que se cree la vida en un planeta.
Nuestra Tierra sería un planeta seco y rocoso si no hubiera sufrido un cataclismo posterior a su formación con el impacto de otro protoplaneta, Theia, que le arrancó parte de sus materiales para crear la Luna y que le dio el agua y los elementos químicos que posibilitaron que se cree la vida. Todas ellas circunstancias muy especiales y raras porque, además, la Tierra tuvo que sobrevivir al que debió ser un impacto descomunal.
*Astrofísica
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