Todo son muros, no hay puentes

El culebrón en torno a la OPA del BBVA sobre Sabadell, con su «consulta pública» incluida, se suma a la confluencia de frentes abiertos por el gobierno con carácter, cuando menos, muy cuestionable. Si los organismos reguladores nacionales y europeos han aprobado la operación y a quien hay que escuchar es a los accionistas, ¿a qué viene alargar todavía más la operación? Sí, en aras «del interés general», esa excusa que avisa de que hay que echarse mano a la cartera, como la del control total de la operativa por Bizum que Hacienda pondrá en marcha a partir del próximo uno de enero. O como la guerra inexplicable en torno a la reducción de jornada, que repite la fórmula de la imposición por decreto, cuando está comprobado que la vía del diálogo social -cientos de convenios colectivos ya la recogen- es la única válida, sensata y beneficiosa. O el ruido en el Banco de España, que resuena en las ausencias de análisis y los apuntes críticos con sordina. O los avisos de la AIReF, sobre el uso de los fondos europeos -ay el gasto corriente de las administraciones- y las causas, desconocidas y sujetas a las reclamaciones por los perjuicios, del apagón. Y la película, injustificable para tantos en Bruselas, de la torre de Babel de las lenguas oficiales en Europa, cuyo coste asumiríamos de entrada. Todo son muros, no hay puentes.