Opinión | Miel, limón & vinagre
José María de Loma
Isabel Pardo de Vera, ingeniería laboral
En Adif, poderosa empresa pública, permaneció entre junio de 2018 y julio de 2021. Y ahí contrató a una pareja de José Luis Ábalos a la que se le pagaban 1.173 euros al mes por no ir, por hacer nada

Isabel Pardo de Vera. / EPE
"Eso te pasa por meterte en política", bien podría haberle dicho su padre, que fue alcalde por Alianza Popular -antecedente del PP- a partir de 1979 de Becerreá, un pequeño municipio del interior de Lugo. Pero su hija Isabel le salió de izquierdas y muy inteligente, lo cual a algunos puede parecerles una redundancia: izquierda e inteligente. Y a otros un oxímoron o contradicción en los términos.
Pardo de Vera estudió Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos en la Universidad de Coruña e hizo varios másteres. La gente no debería cursar más de un máster porque luego uno si tiene que escribir sobre ellos se hace un lío con el plural de máster. Dejemos claro que también se admite masters. Pardo de Vera, cincuenta años, hizo un carrerón en la empresa privada, donde está ahora de nuevo, trabajó en una Diputación y fue fichada por el Gobierno de Sánchez para presidir Adif. Luego ejerció de secretaria de Estado.
Ahí, en Adif, poderosa empresa pública, permaneció entre junio de 2018 y julio de 2021. Y ahí contrató a una pareja de José Luis Ábalos a la que se le pagaban 1.173 euros al mes por no ir, por hacer nada. Desde marzo de 2019 hasta febrero de 2021. Un chollo, un momio, una canonjía, el destino soñado. No sabía ni donde trabajaba ni dónde tenía que (no) ir. Aunque bueno, si bien se mira, fueron un poco tacaños. Es que eso, mil ciento y pico, es, casi, el salario mínimo. Qué menos para que el chollamen fuera homologado por la Internacional del Chollo, que fueran dos mil trompos al mes, tres pagas extras. La chica tendría sus gastos y sus necesidades, por mucho que Koldo y Ábalos sean gentes atentas y desprendidas con las personas que les rodean. Figurada y literalmente. El roce hace el salario.
Ahora, Ismael Moreno, magistrado instructor del caso Koldo en la Audiencia Nacional, la imputa, a Isabel Pardo, por esa contratación de Jessica. Declara este jueves. Por su "relevante participación en la contratación, aparentemente irregular por las empresas públicas Ineco y Tragsatec".
En el sumario del caso, hay una conversación entre Koldo e Isabel Pardo de Vera: "Solo una cosa, que llamen a la chica para que inicie los trámites para la contratación como administrativa que sino José [Luis Ábalos] me corta los huevos". No hubo necesidad de seccionar tan importantes -valiosos incluso- apéndices no siempre decorativos: se contrató a la chica. Tal vez su ilusión hubiera sido presentarse el primer día bien arreglada, con sus bolis y rotuladores nuevos y un cartapacio de vivos colores para tomar posesión de su escritorio y su ordenador, poner en la mesa una plantita y tomar un café de contacto con sus nuevos compañeros. Nada. Que no. Que no vayas. Que esto es cobrar y punto. Presuntamente siempre.
Todo mal, aunque si hubiera que empurar a todo el que ha hecho una contratación irregular (ay, esas diputaciones) no habría gente por la calle. Si hubiera que empurar a los contratadores (a veces el foco se pone en el contratado y no en el que amaña para contratar) tampoco quedaría gente por la calle. Pero no es plan de que las calles estén desiertas, que si no nos aburriríamos, los hosteleros no harían negocio y los jabalíes dominarían la tierra. O, al menos, la acera.
El caso es chusco y huele y es de una picaresca berlanguiana sin un Luis Escobar, un marqués de Leguineche. Es lo de toda la vida, que tú no sabes lo que vale mi sobrina, hombre, que la metas que no te vas a arrepentir, que sí, que ahí entra todo el mundo y una más no se nota. La administración española, la empresa privada también, están llenas de gente que no se nota. Que no traspasan, incluso. Eso no es disculpa, claro. Tienen una cara que no se la pisan porque lo que pisan es la legalidad laboral, los méritos de los verdaderamente válidos.
No la hipocresía. Porque además, caso de Ábalos, se permite dar lecciones de moralidad, como las que daba en la tribuna del Congreso. El Senado también quiere la comparecencia de Isabel Pardo de Vera, que actualmente trabaja para ACS. Le persiguen los fantasmas del pasado. Tal vez su vía de defensa sea decir que la obligaron. Que Ábalos era su jefe. Somos un país de obedientes.
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