Joaquín Santaella

Que nos ofrece su nuevo libro, A cuerpo de virrey (Ediciones El Viso, prólogo de Fernando Iwasaki e ilustraciones de Estrella Fernández-Martos), sobre los días que compartió con Vargas Llosa, y que ha resultado una triste coincidencia la aparición del texto con la desaparición de nuestro nobel. Llevábamos tiempo esperando un nuevo fruto de este escritor libre, versátil, mago de la palabra y del silencio porque le trae al fresco todo ese mundo banal de la literatura a base de minúsculas. Esta personalidad es el secreto de la continua explosión de prosa, ideas, sentimientos y estilo con la que siempre nos sorprende este autor, bajo la aparente sencillez de no haber roto en su vida un plato literario, cuando cada uno de los frutos del gran árbol que nos regalan su persona y su literatura es el resultado de toda una vida dedicada a la vida y a la literatura. Periodista por la Complutense, corresponsal de la Agencia EFE en Brasil, subdirector del dominical del diario ABC de Madrid, becado en Estados Unidos por la Fundación Marshall, son la explicación de un escribir tan personal que salta las costuras del traje que siempre tienen los sanedrines literarios por encorsetar estilos y vivir como convidados de piedra. Este nuevo libro es la plasmación de más maestría con la palabra, en una prosa que, bajo la aparente sencillez, es un continuo vértigo de piruetas maravillosas, de voces y recursos estilísticos, siempre con la mágica precisión que da toda una vida en intimidad con los genios, desde Cervantes hasta Vargas Llosa. Por libros como este, debo reconocerles que Joaquín Santaella es uno de mis maestros, un maestro en plenitud, al que voy de continuo y nunca me vuelvo de vacío.

*Escritor