Opinión
El doctor Mengele de las calorías

Archivo - Imagen de archivo de soldados mexicnanos en la frontera con EEUU. / Luis Perea / Xinhua News / ContactoPhoto - Archivo
No existe una frontera precisa entre el abatimiento y la euforia, de modo que resulta difícil averiguar cuándo se abandona un territorio para ingresar en el otro. Hay, asimismo, entre la alegría y la tristeza, un punto el que la alegría empieza a resultar triste y la tristeza alegre, lo mismo que en la desembocadura de los ríos el agua dulce se vuelve un poco salada y al revés. Estaría bien disponer de un botón como el del volumen de la tele para ajustar el estado de ánimo a las circunstancias.
Todo es una cuestión de medida. La socialdemocracia, por poner otro ejemplo, deja de ser social y de ser democracia con un simple deslizamiento del dial hacia el capitalismo salvaje. En el vuelo acrobático, es famosa una pirueta en la que, si el piloto no mide bien la fuerza del motor, el aparato entra en pérdida y ya no hay quien lo pare, aunque sería muy difícil establecer el momento exacto en el que comenzó a caer. Así son las cosas. Pongamos que se instala uno en el éxito, se acostumbra a él y un miércoles cualquiera se despierta sorprendentemente en el fracaso. ¿En qué momento se atravesó la raya? Ni idea, pero lo cierto es que tarde o temprano se atraviesa, porque el éxito es provisional mientras que el fracaso es definitivo. Trump, por poner un ejemplo de éxito, ya ha comenzado a fracasar. Él todavía no se ha dado cuenta por esa ausencia de señales a la que nos venimos refiriendo desde las primeras líneas. Hace poco me perdí en una ciudad extranjera. Salí del hotel a caminar y fui tomando notas mentalmente de las veces que giraba a derecha e izquierda como el que deja un reguero de miguitas de pan. Pero los pájaros debieron de comerse las miguitas y atravesé en unos instantes la línea que separa la calma de la exasperación. Hay días en los que mi gato está a punto de ser perro, solo le falta ladrar. Pero se queda ahí, en una frontera difusa entre los dos mamíferos, sin ser capaz de avanzar hacia el can o de retroceder hacia el felino. Netanyahu, en cambio, dispone de un mando a distancia con el que regula al milímetro la producción de jugos gástricos en el estómago de los gazatíes. Es el doctor Mengele de las calorías, pues les sabe administrarles las justas para que la visión de las tripitas hinchadas de los niños desnutridos no altere la conciencia de los senadores norteamericanos, cómplices de sus horribles crímenes.
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