Opinión | Caligrafía

Más allá del deber

Hay una forma infalible de quedar bien: ir más allá del deber. Hay por tanto también un escalón algo inferior, que consiste en llegar al deber. Esto es importante porque somos lo que somos cuando cumplimos con nuestros deberes, no cuando disfrutamos de nuestros derechos. Un profesor lo es cuando cumple con su deber, un policía lo es cuando cumple con su deber, una ministra, una médica, una astronauta: tienen que cumplir con su deber. Yo soy columnista cuando cumplo con esta columna, profesor cuando preparo mi clase y abogado cuando me quito de dormir para estudiarme el asunto de un cliente en plazo. Soy padre cuando cumplo, como una alcaldesa lo es cuando cumple y briega, no cuando a mí me dan mi dibujo del día del padre o a ella le dan la enésima medalla. No hay poder sino servicio. Le dije esto a María Victoria García de la Cruz, después de una pila de años de Vicedecana, y me dijo: «Lo has entendido». Será por mi mucho tiempo escuchando franciscanos de joven, o a mi madre. Si se dice que se va a hacer algo, tiene que ser como si ya estuviera hecho. Es el punto 5 del Bushido: Makoto. El deber se debe, es la moneda que paga el derecho. Más allá del deber ya no se debe: es un regalo, y por eso digo que ya se queda bien infaliblemente. Por eso son tan despreciables los tramposos y los corruptos, y hay gente cubierta de dignidad y otra que es un vertedero andante.

No importa el ámbito. El deber hay que cumplirlo. El que se tiene con uno mismo y el que se tiene con los demás. Lo otro es cobardía y mala educación, porque cuando es buena el deber se cumple con buen carácter.

*Abogado

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