Opinión | No ni ná
El chupito
No deberíamos perder las
buenas costumbres
Tengo preparada la botella y el vaso corto para celebrar el chupito como merece, a trago pistolero. La descorcharé con mimo y le daré fuerte y flojo, lo prometo, cuando un cargo, municipal por supuesto, entone el mea culpa y diga que lo de las parcelaciones y lo del río nunca más, Maribel. Harticos de lluvia, ojalá pase pronto la amenaza del cauce que vuelve a asomarse provocando las escenas de siempre. Ojalá quien encuentre amenazada su hacienda pueda dormir tranquilo. Pero, oiga, veamos.
No deberíamos perder las buenas costumbres. En concreto, que aparezca una autoridad municipal con gesto compungido a decir que hemos aprendido la lección, otra vez. Que ha estado cerca pero que hay que tomar decisiones claras para evitar que esto suceda más porque el Guadalquivir volverá a reclamar sus escrituras, ese tópico narrativo. Y que inundable es una palabra que significa lo que realmente significa, y no lo que algunos creen entender al respecto.
Así como Cortázar estableció la forma correcta de asistir a un velorio, deberíamos saber que una declaración institucional sobre inundaciones exige rictus serio, tono de voz grave, incluso un leve carraspeo previo para colocar la voz. Esa disposición de espíritu del que está llamado a grandes fines. Y que se suelte la conocida perorata del riesgo, las posibles víctimas, el apego a la legalidad. Con el tono de voz de las grandes ocasiones, en un silencio descriptivo rodeado de gente con traje que parezca decir «ajá» o «sí, señor». Sucederá en los siguientes días un rumor de titulares, de análisis, de opiniones doctas que, como los culos, abundan. Todo el mundo tiene uno.
Y se dirá que los chalés no volverán a habitarse, nunca jamás, prometido. O que las superficies inundables se van a respetar a pesar de que, como vemos, la infravivienda chabolista es tolerada, permitida como nunca, una caja de bombas en zonas como el camino de la Barca, el Arenal de la Fuensanta y todo eso. Porque lo importante del discurso del nunca más es su constituyente metaliterario. Pura ficción.
Bajarán las aguas, volverá la gente a las casas, seguirán las chabolas. Porque nadie en su sano juicio va a premiar la indisciplina, los hechos consumados. Entonces, ¿a qué las caritas compungidas? Dígase de una buena vez que, de Santa Bárbara, cordobeses y cordobesas, exclusivamente cuando truena. Cúmplase la tradición y hágase lo de siempre. Es decir, nada de nada. Salud.
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