Opinión | No ni ná
La foto de Franco
A propuesta del PSOE, la dirección de la empresa municipal Vimcorsa tomó la decisión de retirar una foto de Franco -sí, ese-, que había sido incluida en la magnífica exposición sobre la obra privada de Rafael de La-Hoz Arderius, uno de los padres del Movimiento Moderno, clave de la evolución de la arquitectura española del siglo XX. El portavoz socialista, Antonio Hurtado, había recibido quejas de que se estaba produciendo un caso de apología del franquismo porque se veía al innombrable entregando unas viviendas junto al autor del chalet Canals, la Cámara de Comercio o el Hospital Provincial (y sus escaleras).
Sucede que Rafael de La-Hoz fue un alto cargo del aparato del Estado del franquismo en una etapa bien tardía. En 1970, fue nombrado director general de Arquitectura donde desarrolló un importante trabajo de homologación y modernización de las técnicas de construcción. Era parte de la cuota del Opus Dei, los llamados tecnócratas, que se impusieron por goleada a las generaciones procedentes de Falange y a otras familias fundacionales de la dictadura.
Sucede también que tenemos en este caso algunos elementos de juicio de la proximidad del arquitecto y el general(ísimo). Explicó Rafael Mir en este mismo periódico cómo el obispo Cirarda había recibido la propuesta del arquitecto de trasladar la reforma renacentista de la Mezquita-Catedral a un emplazamiento nuevo, como si fuese un corta pega. Y que este era un proyecto expresamente apoyado por Franco y por una cualificada representación del franquismo cordobés usando el argumento de una «purificación». Si no llegó a hacerse, fue porque tuvo lugar una enconadísima polémica que tuvo alcance técnico, político y religioso internacional. Y porque era sencillamente disparatada. Los monumentos son hijos de sus tiempos, de sus aciertos y errores.
Con la mejor de las intenciones, de eso estoy seguro, se ha cometido con la foto de Franco una enorme injusticia, así como una torpeza. La de promover el conocimiento inexacto y descontextualizado de nuestra propia historia. Una imagen en una vitrina no hace mejor o peor arquitecto a Rafael de la Hoz, que sobrados méritos tiene de que su obra perdure. Lo hace hijo de un país, de unas condiciones sociales, políticas, económicas e intelectuales.
Pero que se haya retirado la foto sin un mínimo debate, sin la menor modulación por parte de todos los expertos disponibles, nos hace a los demás más vulnerables al conocimiento espurio, a la minoría de edad intelectual y a los guardianes de las buenas costumbres. Gracias por preservar mi higiene democrática pero permítanme, en lo sucesivo, confiar en las bibliotecas y en los libros que atesoran para discernir por mis propios medios si Franco fuera o Franco dentro.
*Periodista
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