Opinión | Punto y coma

Cupido se va de viaje

En algunos centros de enseñanza se programan viajes de ocio para esta época del año, con el objetivo de festejar que los alumnos están a punto de culminar una etapa educativa que les concederá un título que, antes de ser obtenido, ya merece semejante celebración.

Es sabido que el Bachillerato estudiado actualmente en España en nada se parece, ni en estructura ni en contenidos, a los dos cursos a los que, a priori, equivaldría en el anterior sistema. Ahora bien, dejando al margen los conocimientos perdidos, constatamos que en muchos institutos también se ha trocado la costumbre de realizar la ansiada excursión en el año previo a aquel en que bastantes alumnos compiten por acceder a los estudios universitarios, por la opción de llevarlo a cabo en ese penoso reflejo del antiguo COU. Sea como fuere, los pobres estudiantes están agotados y necesitan un respiro en medio de meses tan innecesarios en su apurado calendario como enero y febrero. Si ha suspendido Latín, la culpa es de la profesora; si aún tiene pendientes las Matemáticas del curso anterior, mejor que no pierda el viaje, porque lo anterior está de sobra perdido; si es conocido por su comportamiento discutible, deben pasearlo extramuros, para que vea mundo y este, a su vez, disfrute de sus singularidades.

A pesar de todo ello, hay profesores que se disputan el acudir a estas expediciones con los jóvenes, tal vez por escapar de algo peor, o, pensando mejor, para hacer gala del comportamiento más altruista. Es filantropía pura, si se tiene en cuenta lo que suele ocurrir en estos evitables desplazamientos. Cualquier excusa es buena para no asistir a clase: hoy mismo, Cupido los lleva de viaje.

*Lingüista

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