Opinión | Desde la periferia
Si yo fuera Nadal
Sinceramente, ¿de verdad creen que a Rafael Nadal Parera le aporta algo ser Doctor Honoris Causa de cualquier Universidad del mundo?
Si yo fuera Rafael Nadal Parera y el 34% de los doctores que tienen que decidir mi investidura como Doctor Honoris Causa por la Universidad de Salamanca votan en contra, lo tendría absolutamente claro: renunciaría a ser nombrado. Sobre todo teniendo en consideración tres cuestiones: la primera, que cuando te proponen para algo así es porque se cuenta de antemano con el respaldo total o, al menos, casi total de la comunidad universitaria; la segunda, que el prurito de ser condecorado con esta distinción ya lo consiguió en la Universidad Europea de Madrid (pero, con todos mis respetos, la Universidad de Salamanca es la Universidad de Salamanca); y la tercera, para más «inri», es que paralelamente se esté votando la investidura en esta misma Universidad de la reputada y reconocida microbióloga Emmanuelle Charpentier. Ésta ha conseguido prácticamente el 100% de los votos para alcanzar tal dignidad, mientras que el tenista tiene en contra a más de un tercio del Claustro Universitario capacitado para decidir sobre esta cuestión. Se me ocurren muchos refranes y dichos para acompañar este desaguisado: ¡zapatero, a tus zapatos!, ¡Manolete, si no sabes torear...!; incluso bíblicos: dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.
Esto ocurre por mezclar, como también reza el dicho, las churras con las merinas. Pero la culpa de todo esto no la tiene Nadal -que ha sido, en este caso, el cabeza de turco- (perdón por la expresión, pero no se me ha ocurrido otra) sino el rector de la Universidad de Salamanca, quien ha querido forzar una situación que poco o nada ha beneficiado al deportista. Menos mal que en absoluto empaña la trayectoria personal y profesional del tenista. A pesar de ello, Nadal no sale bien parado debido al capricho de este rector, quien, por otra parte, tiene ya una larga trayectoria de despropósitos. Con este, suma uno más. Repito, si yo fuera Rafael Nadal, y en aras de mi orgullo y dignidad, renunciaría a este reconocimiento. Sinceramente, ¿de verdad creen que a Rafael Nadal Parera le aporta algo ser Doctor Honoris Causa de cualquier Universidad del mundo? ¿No creen ustedes que hay miembros, mujeres y hombres, de la comunidad científica internacional que se hunden en el anonimato y se están dejando la propia vida para que la nuestra de seres humanos en este planeta sea cada vez mejor y que merecen, sin duda, este tipo de reconocimientos? Ninguno de estos y de estas quiere premios del ámbito deportivo (a no ser, claro está, que unan universidad y deporte). Éstos, para los deportistas. Los premios de ámbito universitario, para los de la comunidad científica.
¡Vamos, Rafa! Si por casualidad caen en tus manos estas líneas, muéstranos una vez más tu ejemplaridad como ser humano, tus valores éticos irreprochables, y renuncia a este reconocimiento que, verdaderamente, no reconoce en absoluto todo lo que nos has aportado y aportas (que eso lo sabemos todos, no te quepa duda) sino que únicamente reconoce el disparate y desacierto de un rector que te pone a competir en la misma lista que a una científica de reconocidísimo prestigio. Ya que estamos de dichos y refranes: te han soltado, sin tú querer (eso espero), a los pies de los caballos. ¡Vamos, Rafa!
*Profesor de Filosofía
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