Opinión | La curiosa impertinente

Celebra

-Yo no celebro- Se despedía un alumno de español el otro día, con malos modos. Y sentí pena por él. Por su soledad, desarraigo y amargura. Mis amigos y yo, en cambio, sí lo hicimos en la representación de Cuento de Navidad que un teatro programó con acierto el jueves y viernes pasado. Un musical encantador del clásico de Dickens que demuestra una vez más que la voz de los escritores inmortales es eterna y el mensaje de amor, comprensión, generosidad, empatía, paz y encuentro entre los seres humanos persiste en un mundo que, para contradecirme, sufría en Magdeburgo un nuevo episodio del también eterno ataque del odio sin sentido y el sello de la maldad que, como la bondad, anida de siempre en los corazones.

Desde la dana, estoy segura de no equivocarme si afirmo que somos muchísimos los que desde el salón de casa y en la comodidad de unos hogares felices hasta donde es posible, sentimos los ojos al borde de las lágrimas en algún momento durante los telediarios. Tanto en los primeros días ante la magnitud de la tragedia como después, recorrido el largo calvario interminable que a día de hoy aún continúa de las víctimas abandonadas y de sus testimonios desesperados, airados o simplemente tristísimos, seguimos compartiendo su dolor y lamentando su abandono, pues llega la Navidad con lo que debería ser algo de felicidad y esperanza y sus garajes siguen embarrados, sus ascensores rotos, sus coches amontonados, sus calles oscuras y en más de doscientos hogares sus ausencias irremediables.

Por eso es más necesario que nunca que el verdadero espíritu Belén, el que no se manifiesta en compras compulsivas, consumismo innecesario o comidas y bebidas pantagruélicas e insanas inunde nuestras vidas. El espíritu que encontrarán ustedes si releen como si fueran niños El gigante egoísta de Wilde, otro tesoro que llena el corazón de bondad y esperanza, lo mismo que la representación del teatro, repleto de niños felices, por cierto.

Celebra la Navidad, amigo enfadado. Puede que te llene de luz y remedie tu dolor. Como al gigante, como a Scrooge.

*Profesora

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