Opinión | El ángulo
Me gusta cuando callas
Los votantes de Vox deben ser seguidores de Pablo Neruda, porque la formación política no para de crecer al mismo tiempo que se invisibiliza, parece como ausente en los medios tradicionales o en la actividad parlamentaria. Su perfil bajo no hace más que dispararle en las encuestas, saliendo del valle en el que se encontraban desde que decidieron ponerse a cogobernar en algunas comunidades autónomas. Cuando en julio de este año, Santiago Abascal reprodujo la orden de todos fuera de los gobiernos pareció extemporánea en un partido político cuya finalidad es alcanzar el poder para transformar la realidad. Esa decisión, que vino precedida y después seguida por la salida de los cuadros más reconocibles, y que habían hecho de Vox el tercer partido en intención de voto, resultaba difícil de entender.
Pues, hete aquí que cinco meses después se ha destapado acertada para sus intereses electorales. No gestionan, no proponen alternativas, no conceden entrevistas, el perfil de sus cargos públicos es azul oscuro casi negro y el entusiasmo de sus potenciales votantes escala puestos.
El nuevo encuadramiento de Vox en el sector duro entre los duros, Patriotas por Europa, alejándose de Giorgia Meloni y su sí a la vida en Marbella, en aquellos tiempos en que era paseada como una Madonna por los escenarios, parecía la respuesta a ese movimiento, pero estábamos equivocados. Si bien Abascal fue nombrado presidente del eurogrupo de patriotas, el giro de estrategia tiene más que ver con una decisión determinada de no jugar con los marcos establecidos de la política y de la comunicación. Y no solo Milei, Trump o los que les han seguido les enseñaron el camino, sino que la mirada ha sido más bien interior y Se acabó la fiesta y Alvise & Friends les enseñaron por dónde y cómo se estaban comiendo parte de la tarta.
No ha hecho falta ver a la plana mayor de Vox con botas de agua achicando agua y barro en Valencia, un nutrido grupo de influencers de la órbita del partido ya han ido por ellos, ya han colado el mensaje que necesitaban, solo el pueblo salvará al pueblo, y han alineado a todos los partidos en la incompetencia, no existe el Estado. Milei desde Argentina replicaba lo mismo estos días, mientras lo termina de destruir. De la indignación y la rabia ya se han ocupado creadores de contenido, con espacio en programas televisivos generalistas, elucubrando sobre cientos de cadáveres en garajes y haciendo más tremendista el drama de todas las pérdidas. Y así, sin mojarse ni una gota, Vox en Valencia pasa del 10% de intención de voto en julio al 13,1% en diciembre. ¿Han visto ustedes a Abascal? Yo tampoco.
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