Opinión | Tribuna

Las leyes nuevas de 1542 (V)

Conflictividad en las tierras descubiertas

La promulgación de Las Leyes Nuevas de 1542 y su complemento ocasionó en América un serio trastorno a los encomenderos, lo que obligó al emperador Carlos a ser moderado en relación a la institución de las encomiendas, sistema feudal que se había empleado en el sur de España y América en las propiedades de explotaciones agrícolas, ganaderas y mineras, favoreciendo a los primeros conquistadores con una asignación de indios y una serie de disposiciones previstas en sus ordenanzas. La disposición más atrevida fue la de extinguir la enco-mienda y el impedimento de legar su herencia, lo que provocó auténticos conflictos armados. En este aspecto, tanto en el virreinato de Méjico, cuyo visitador real fue el sevillano Francisco Tello de Sandoval (1508-1580), presidente del Consejo de Indias y obispo de Plasencia y Osma, como en el virreinato del Perú al que se envió al virrey Blasco Núñez de Vela (1495-1546), este último pagó con su vida al ser decapitado y paseado por toda Lima, sufrieron el escarnio de colonos y encomenderos. El cabildo de Méjico envió a su majestad un memorial en donde se expresaba la revocación de las Leyes Nuevas. A tal fin viajaron a España los procuradores Alonso de Villanueva y Gonzalo López. Los consejeros más cercanos al emperador Carlos I impulsaron a su majestad a rescindir las citadas Leyes. Otros le instan a suprimir las dichosas encomiendas y los propios encomenderos le ofrecen al rey veintiún millones de pesos en oro para derogar la mencionada legislación. La presión real, incluidas las rebeliones, propicia que Carlos I mantuviera Las Leyes Nuevas de 1542 y sus ordenanzas complementarias. Fue una concesión a los adversarios de los frailes dominicos enviar a Chiapas como obispo a Bartolomé de las Casas, a la sazón septuagenario, causante de todos los males, distorsionador de la realidad americana y cuya influencia había pesado en el ánimo de su majestad. Esta severa decisión se personalizó en el virrey Antonio de Mendoza (1490-1552) por Real Orden de 1546, firmada en la alemana Ratisbona, que le permitía otorgar indios y no detentar la jurisdicción civil y criminal. Esta última, correspondía al rey. En Carlos I descansaba la protección de la población indígena, dada su condición de vasallos al igual que sus antepasados. Cierto es que las Leyes Nuevas de 1542, fueron aplicadas en su totalidad, si bien con un período de adaptación para las encomiendas, secuela de las tensiones habidas. No solo las encomiendas fueron un quebradero de cabeza para los reyes, sino también para la de sus oficiales reales. Sus efectos perniciosos fueron: alteración en la vida de los indios encomendados, muchas de las familias españolas tuvieron que regresar a España por la ralentización de sus negocios y se dio origen a la leyenda negra, que bien señalan los detractores de España. Téngase en cuenta que la existencia de las encomiendas en América apenas alcanzaba el 4 por 100. En 1573, Juan López de Velasco, cronista mayor y cosmógrafo, estimaba que de los 160.000 españoles censados, solamente 4.000 eran encomenderos y en el Virreinato peruano, en Lima concretamente, existían solamente 30 familias. Los efectos nocivos del sistema de encomiendas fueron bien visibles; no obstante, el poder real por la justicia se mantuvo en aquellas latitudes muy a pesar de la conflictividad habida.

*Catedrático y académico

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