Opinión | Para ti, para mí

Los personajes de la Navidad

La liturgia de la Iglesia continúa celebrando y viviendo el tiempo de Adviento, mientras pueblos y ciudades han iluminado calles y plazas, símbolos de alegría por esa Gran Noticia que anidó en las entrañas de la humanidad: el Nacimiento de Jesús, en un portal, a las afueras de Belén. En un pesebre comienza Dios su aventura entre los hombres. No le encontraremos entre los poderosos, sino en los débiles. No está en lo grande y espectacular, sino en lo pobre y pequeño. El entrañable calor humano de la Navidad comenzó a desarrollarse en la Edad Media, por obra especialmente de el «pobrecillo de Asís». Francisco celebraba la Navidad con una alegría desbordada. Por eso, de su ternura y devoción, surgió la famosa fiesta de Navidad de Greccio, pequeña localidad en la Umbría romana. Fue en la noche de Greccio cuando se inició la más bella tradición de la Navidad cristiana: el pesebre. Y en el pesebre de aquella Nochebuena en la cueva de Greccio, sí que estuvieron presentes el buey y el asno. Los llevó Juan, un señor de noble linaje y amigo de Francisco, cuando éste le dijo: «Quisiera evocar con todo realismo el recuerdo del Niño, tal y como nació en Belén. Quisiera ver con mis ojos corporales cómo yació en un pesebre y durmió sobre el heno, entre un buey y un asno». Poco a poco, los diversos personajes de la Navidad fueron adornando «belenes» y «nacimientos». Vale la pena en esta hora turbulencias y encrucijadas, releyendo las páginas bíblicas, ofrecer algunos de esos «personajes», con su destello peculiar. Primero, el arcángel Gabriel, «mensajero de Dios», en la Anunciación: Dios, hoy, continúa hablándonos a través de sus mensajeros y mensajeras que nos traen un «recado» de parte suya. Hay que estar atentos, «descubrirlos y escucharles». Segundo, María, la jovencita de Nazaret, -«nácar sumisa» la denominó Gerardo Diego-, y el papa Francisco la definió como la «mujer del Sí» a Dios, arriesgándolo todo, incluso su vida. «Es una enamorada, dispuesta a servir a su Señor en todo e inmediatamente», subraya el Papa. Tercero, José, «un soñador», el hombre que confía totalmente en el mensaje de Dios y hace lo que le indica un ángel en «sueños»: «No repudia a María, sino que se casa con ella». Nos enseña a confiar en Dios siempre que se acerca a nosotros. Cuarto, el «posadero de Belén»: Un pobre hombre que se pierde el premio gordo de la lotería de la creación, al rechazar a aquella familia pobre, con la excusa de que «no tiene sitio». Será el personaje con más «imitadores» a lo largo de la historia. ¡Cuántos no tenemos muchas veces, «ni sitio para Dios, ni tiempo para Dios». Quinto, el «ángel-periodista» que, en la alta madrugada palestina, comunica a los pastores la Gran Noticia de todos los tiempos: «Os ha nacido un Salvador». Sexto, los propios pastores de Belén, que se convierten en «grandes teólogos», si leemos detenidamente las palabras que pone en sus labios el evangelista Lucas: «Los pastores se decían unos a otros: Vamos a Belén y veamos ese acontecimiento que el Señor nos ha anunciado» (Lucas 2,15). «Vamos», o sea, nuestra condición humana y tambien cristiana nos exige vivir en perpetuo camino, en búsqueda permanente de más y mejores metas. «Veamos...», se trata de un ver que es comprender, contemplar y vivir. ¡Dos claves espléndidas para los cristianos! Séptimo: Los Reyes Magos, ven la Estrella y se convierten en los primeros «buscadores de Dios».

Nuestra mirada a los principales «personajes» de la próxima Navidad nos invita a escuchar con atención la hermosa invitación del papa Francisco: «Detengámonos en silencio ante el belén para saborear la ternura de Dios que se hizo cercano, que se hizo carne. ¡Cuánta belleza en los versos del poeta José García Nieto, dedicados al “Nacimiento de Dios»: «Y Tú, Señor, naciendo, inesperado, / en esta soledad del pecho mío. / Señor, mi corazón, lleno de frío, / ¿en qué tibio rincón lo has transformado? / ¡Qué de repente, entró tu arado / a romper el terrón de mi baldío!».

*Sacerdote y periodista

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