No me parece bien

Hay cosas que son perfectamente legales pero que no son ni éticas ni estéticas -últimamente vemos muchas de esas en España- y por eso me parece mal que después de repetir una y mil veces que no lo haría, Joe Biden haya acabado indultando a su hijo Hunter que está imputado por varios delitos que podrían costarle hasta un improbable máximo de veinticinco años entre rejas. Hunter ya había dado problemas cuando su padre era vicepresidente como consecuencia de sus negocios en Ucrania y en China. Ahora Biden ha decidido cortar por lo sano y no esperar a conocer la sentencia, que debía hacerse pública en los próximos días, y ha indultado a su retoño por todo lo que haya podido hacer mal entre 2014 y el primero de diciembre de este año. “Espero que los estadounidenses comprendan por qué un padre y un presidente ha tomado esta decisión”, ha dicho consciente de que muchos no lo comprenderían, porque “nadie está por encima de la ley” que es algo en lo que por obvio no debería ser necesario insistir. Cabe concluir que si se repite es porque no se cumple, o al menos no se cumple con algunos privilegiados.

Con este indulto Biden no oculta su intención de evitar que Donald Trump se ensañe con él por medio de su hijo. Trump llega a La Casa Blanca con la escopeta cargada y muchas ganas de venganza contra rivales políticos y contra todos aquellos que siguen sin reconocer que ganó las elecciones de 2020, una ficción que él y los suyos aún mantienen a pesar de la abrumadora evidencia en contra. Trump ha dicho que este indulto le parece un “abuso judicial”, “una vergüenza” y se ha preguntado retóricamente si también incluye a “los rehenes del 6 de enero (fecha del vergonzoso asalto al Capitolio) que ya llevan años encarcelados”. Hay que tener cuajo para criticar a un padre que indulta a su hijo a la vista de cómo se trata a sí mismo, que va a cerrar de una u otra forma las cuatro causas que tiene abiertas por un total de noventa y cuatro delitos. Una vergüenza.

Me parece grave la confesión de Biden de que ha indultado a su hijo porque “veía cómo... era procesado de forma selectiva e injusta”. Es grave porque supone reconocer lawfare y se parece demasiado a lo que aquí dicen los palmeros del gobierno cuando achacan al “fango judicial” (como ha dicho Sánchez Cerdán con escasa elegancia) las acusaciones de que son objeto Begoña Gómez, el hermano del presidente y varios miembros de sus gobiernos, actual o pasados, siguiendo la vieja táctica de fijarse en el dedo y no en la luna a la que apunta.

Es grave porque aunque un padre nunca pueda dejar de serlo, el hecho de que algunos delitos se cometan aprovechando o beneficiándose de la protección que ofrece un cargo público en mi opinión solo les añade gravedad, porque la ejemplaridad es algo que se les debe exigir en mayor grado que a los demás ciudadanos. Los políticos no basta que sean honestos sino que además deben parecerlo y ahí es dónde algunos o algunas cojean porque están rodeados de asesores pelotillleros, se acaban creyendo por encima del bien y del mal y entonces pasa lo que pasa para desconsuelo de una ciudadanía que lo pasa mal para llegar a fin de mes y que ve con irritación la sinvergonzonería impune de algunos. Y eso que en todas partes cuecen habas: recuerden al presidente Chirac y los diamantes de Bocassa, los líos que todavía arrastra el presidente Sarkozy, las juergas de Boris Johnson, las acusaciones por sobornos de los que dicen que se protege “Bibi” Netanyahu prolongando guerras, las Púnicas de unos y los ERES de los otros (a cuyos responsables incluso se aplaude), las amnistías a golpistas y a prevaricadores... Al menos Biden no ha nombrado embajador a su hijo como ha hecho Trump con su consuegro Kushner, al que indultó en 2019 y ahora nombrará embajador en Francia donde la decisión no ha caído nada bien.

La calidad democrática baja cuando el Ejecutivo se impone y no respeta la división de poderes, y cuando los políticos delincuentes salen de rositas porque se indultan entre ellos. Es muy desmoralizador para el ciudadano de a pie que cumple la ley y se le cae el pelo cuando no lo hace.