Opinión | Tormenta de verano

Con la misma ilusión

Irrumpe con toda su fuerza la luz y el brío de las fiestas navideñas. Todo un mes por delante con un programa espléndido de espectáculos renovados de luz y sonido, actuaciones musicales, zambombas flamencas, coros, concursos de belenes, patios floridos, teatros, mercadillos navideños, pasacalles y muchas más actividades reunidas bajo el lema «con la misma ilusión», que ponen el acompañamiento a unas fiestas que no pueden ser del consumo voraz disfrazado de ilusión, sino que deben ser de esa esperanza que necesitamos, muy por encima de un consumo insaciable, para vencer el pulso al tedio y al desdén, a ese pesimismo cronificado en el que nos colocan las incompetencias de unos y las manipulaciones de otros.

La actualidad durante estas semanas son las comidas de empresa, los encuentros de amigos, las felicitaciones cordiales, las participaciones de lotería, la reunión de las familias o la gastronomía típica. Los ciudadanos toman las calles para asumir el protagonismo de una felicidad que les corresponde frente a tantos trileros y embaucadores de sueños. La sociedad tiene sus propias inercias y dinámicas que, al fin, la sostienen y le ofrecen esa sensación de normalidad en la que desenvolverse de manera mucho más sana de la que algunos nos ofrecen.

El reto, más allá de los ruidos, la parafernalia y las compras de ocasión, es que sean unas fiestas para todos. Que las luces no oculten las sombras de quienes poco tienen o pueden celebrar, de aquéllos que han perdido la fe en el ser humano, de quienes ya nada creen o esperan.

Si la realidad es la que nos lleva al desengaño tantas veces, la ilusión nos empodera y lleva a alcanzar objetivos increíbles, sin llegar a ser ilusos quiméricos. Escribía Pascal que el hombre tiene ilusiones como el pájaro alas, eso es lo que lo sostiene. Necesitamos de la ilusión como el aire, para dejar de arrastrarnos y volar hacia nuevos horizontes. Perder una ilusión, hiere. Pero perderlas todas mata, porque una persona sin ilusiones es un ser sin vida. Estas son las fiestas donde retornamos de nuevo a las vivencias y recuerdos de nuestra infancia, a recuperar el brillo en nuestra mirada, donde los sentidos se agudizan y recuperan su memoria, donde los sentimientos más nobles reafirman que no estábamos equivocados a pesar de tantas miserias personales y colectivas. Queda prohibido levantarse sin ilusiones. Estos días en que se multiplican las acciones solidarias y acrecienta la empatía, date un chute de abrazos, de buenos deseos y mejores acciones para que la ilusión bien cimentada camine y transforme tu realidad más inmediata.

Tracking Pixel Contents