Opinión | Guadalquivir
Tránsito
Terminó noviembre con dos grandes citas políticas de ámbito nacional. El cuadragésimo primer congreso del PSOE en Sevilla y la vigésima séptima intermunicipal del PP. Hemos seguido atentamente las dos cumbres con la plana mayor de ambos partidos. Queríamos conocer sus propuestas de futuro. Posiblemente, se habrán elaborado proyectos muy interesantes, pero confieso que no nos han llegado. Los resúmenes de los medios de comunicación se han centrado en los envites de unos y otros. Los socialistas en batería acusando a la derecha y extrema derecha de un contubernio de acoso y derribo con la connivencia de algunos magistrados. La derecha gritando que tratarán por todos los medios de quitar a Sánchez. Así pues, nada nuevo. En el congreso socialista se ha constatado el liderazgo de Pedro Sánchez y se han abierto muchas preguntas sobre el poder territorial. Los delegados cordobeses se han hecho oír con propuestas y con personas. Por Valladolid, se apuntala a Feijóo en el corto plazo. Llama mucho la atención que en un acto popular contraprogramado se hablara tanto del congreso socialista y nada de propuestas para los municipios españoles. Debemos conocer las propuestas para pueblos y ciudades que gobiernan o aspiran gobernar. Una cosa es estar en el poder y otra gobernar, gestionar, trazar un modelo de convivencia.
En medio de tanto griterío he estado de tránsito entre Córdoba y Palma del Río acudiendo al hospital Reina Sofía, un día y otro. Qué pena que el hospital de Palma se encuentre en la UCI. He podido visitar a muchos paisanos con dolencias diversas, planta por planta. Muchos lamentaban que no fueran asistidos en el centro hospitalario de Palma y no entienden esa precariedad de un gran proyecto sanitario europeo para el Valle del Guadalquivir. Al dolor físico se suma la incomprensión. Hemos visto desvividos a los profesionales del SAS multiplicados hasta el agotamiento. Y todavía, algunos albergan dudas sobre la sanidad pública o el cambio climático o la realidad migratoria o la diversidad social y cultural.
Tránsito personal para aceptar la voluntad de la naturaleza que se lleva a tus seres queridos. El jueves, cuando iba a iniciar mi comunicación en la Real Academia de Córdoba, me informaron mis hermanos de que nuestra madre acababa de morir. A sus noventa y seis años había dado todo su amor sin quejarse de nada. Un día antes estuvimos de urgencia en el hospital Reina Sofía. Al volver a la residencia San Sebastián comprendí que nos dejaba quien más ha contribuido a nuestro ser. El mismo día del funeral, mi hermano era nuevamente operado de una grave dolencia, y mi querido sacerdote Gabriel era ingresado por un nuevo dolor en un cuerpo herido. El padre de mi buen amigo Nieto agonizaba en la planta sexta y por los tanatorios vas despidiendo a las personas que un día convivieron con nosotros. Recuerde el alma dormida...
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