Opinión | Economía con toque

Corrupción, corrupción y más corrupción

El Código Penal define la corrupción como un abuso del poder público para obtener una ventaja ilegítima en beneficio privado. No soy jurista y desconozco las interpretaciones legales que pueda tener esta definición y lo que abarquen, pero mi sensación como ciudadana es que seguro que se quedan cortas. Creo que a nivel político hay muchas y muy diversas formas de corrupción, aunque no todas se señalen como tal porque no tengan cabida en dicha definición. Y de estas últimas son de las que voy a hablar porque sí entran en mi definición. Para las otras que están saliendo a la luz y siendo investigadas judicialmente, espero que todos/as los/as responsables acaben devolviendo todo el dinero y en la cárcel.

Hay un tipo de corrupción institucionalizada que está asentada en nuestra democracia: mentirle al ciudadano. Muchos políticos mienten descaradamente, prometen en campaña electoral medidas y objetivos que nunca hacen o cumplen. Es más, hacen todo lo contrario. Esto lo hemos visto mucho en los últimos años, como mentir se ha convertido en lo más habitual y ya no solo se hace en campaña electoral, sino que se hace en cualquier momento y de una semana para otra. El objetivo es, obviamente, obtener una ventaja que suele estar vinculada con salvar el propio asiento, pero ilegal se ve que no es. Otro tipo, es darles reconocimientos, condecoraciones, premios, medallas o cualquier cosa similar a aquellos cuyo único mérito es hacerle favores al político de turno, cuestión que en los últimos años ha saltado a la palestra en varias ocasiones. Algo más grave aún, al menos para mí, es colocar a esas personas que hacen favores o simplemente amigos en la Administración pública, sin más mérito que eso. Correos, Renfe, Paradores, Indra, CIS, Banco de España, Tribunal Constitucional y ya hasta la UE son ejemplos a un nivel muy alto y que aúna además la colonización de instituciones clave, mientras que exparejas y esposas como administrativos lo serían a un nivel muy bajo.

Luego está el dar dinero público a diestro y siniestro en función de no se sabe qué criterios. En la red social X, es interesante el trabajo que está haciendo un exdiputado, Pablo Cambronero (no me pregunten de qué partido es/era porque ni lo sé ni me importa). Este va indagando en distintas partidas presupuestarias, especialmente subvenciones, y publicando a qué y quién se suelen destinar fondos públicos. Recuerden que cuando hablamos de fondos públicos, hablamos del dinero que todos los ciudadanos pagan en forma de tributos. Lo último ha sido el gasto de más de 1.670 millones de euros en 4 años repartidos por la Agencia Española de Cooperación Internacional al Desarrollo. Y ¿a quién? Pues desde a la Policía Nacional de la República Dominicana hasta al Ministerio de Colombia, pasando por la Coalición para la innovación en respuesta a la pandemia o la Alianza para las vacunas, que se ha llevado cada una unos 90.000.000€. Dentro de esta categoría, estaría, sin duda, dar dinero a las regiones que tienen peso y votos en el Congreso porque se necesitan esos votos, pero ¿se necesitan para mejorar la vida de los ciudadanos? Pues no, precisamente suele ser para todo lo contrario, aunque para justificarlo volveríamos al tipo de corrupción de arriba: la mentira.

El tipo más grave de corrupción para mí es la de dejar morir gente. Esto creo que sí es delito, o espero que lo sea y que todos/as aquellos/as políticos/as que por acción u omisión estén directa o indirectamente relacionados con lo que ha pasado en Valencia, lo paguen con muchos años de cárcel. Pero es que sigue, porque también es corrupción no ayudar a los ciudadanos de tu país que han sufrido una catástrofe de cualquier tipo, y hay que ver cómo están los distintos pueblos de Valencia afectados por la Dana casi un mes después.

La consecuencia de todo esto es que, según el Eurobarometro de 2024, un 90% de los españoles afirman que la corrupción está extendida en España, y un 82% que está en todas las instituciones, a nivel nacional, regional y local, aunque solo un 44% piensan que esta corrupción les afecta. Cuestión curiosa cuando nos afecta a todos y cada uno de los ciudadanos. Ciudadanos que van a seguir votando a los responsables de toda esta corrupción legal e ilegal, como muestra el barómetro del instituto 40dB (para El País y la Cadena SER), y saquen ustedes sus propias conclusiones porque yo ya ni sé.

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