Vivo y muerto

El Córdoba CF ha entrado en una situación particular de superposición cuántica, siguiendo el esquema clásico de la escuela de Copenhague. Podríamos decir, citando la famosa paradoja física, que está a la vez vivo y muerto. Y que solo se coloca en un estado cierto, pongamos vivo, cuando lo vemos en El Arcángel, pero que pasa a estar difunto en cuanto el autobús sale por la Cuesta del Espino. La alteración del estado y el colapso de una de las alternativas que las ecuaciones nos proponen dependen, pues, de qué miremos.

Erwin Schrödinger fue un conocido físico que delimitó los campos de la paradoja de lo que aqueja a nuestro querido equipo de fútbol. En una célebre disputa con Albert Einstein, imaginó un experimento en el que se encierra a un gato en una caja rodeado de peligros radiactivos que conducirían a una muerte inmediata. El gato de Schrödinger, que así se llama la prueba, se basa en que solamente la percepción directa del animal hará que viva o fallezca. Mientras tanto, será y no será en función de una combinación de posibilidades que se dan en la naturaleza a escala subatómica.

Va uno a El Arcángel con el bocata y la bufanda, y en realidad Carracedo, Casas, Théo o Álex Sala están, viven, corren y, en ocasiones, empatan. Las fuerzas telúricas convocadas bajo la grada presentan un equipo aguerrido, muy a lo Ania, fajador y voluntarioso como un torero de los antiguos. Pero es prender el partido en donde Toni Cruz, cuando no se juega en el inacabado hogar, y todo es entropía, caos, desolación. Y los cordobesistas viejos se mesan los cabellos cuando consultan la crónica en el periódico constatando la crueldad de la Física Teórica al albur del último saco de goles que se trae para casa el Córdoba de Schrödinger, el único equipo tieso propiedad de un fondo soberano del Golfo Pérsico.

Estar vivo y muerto a la vez conduce inevitablemente a la melancolía. Porque se pone uno contentísimo un sábado y se lo llevan los demonios al viernes siguiente. Basta con consultar los resultados de los partidos de la pomposamente llamada Liga Hypermotion, que vaya tela. Una situación que emparenta, pongamos, con el congreso federal del PSOE, a celebrar en Sevilla. Los socialistas creerán por unos días que están vivos pero se encuentran encerrados en una caja llena de peligros y, a poco que uno se fije, dan las señales propias del que está descontando la fecha del óbito. Las malas compañías. Es lo que tiene.

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