Alfaros

Suceden las catástrofes y se entierra a los difuntos con pena y congoja. La fraternidad humana vencerá siempre a la indiferencia, que es el mayor pecado de nuestros días. La ciudad, ya ves, aporta lo que puede para que el fruto de lo donado alimente a los niños, a las madres, a quien todo lo perdió por el agua. Viajan empacados palés de ropa, de herramientas, de enseres básicos para remontar estos días aciagos. Y mientras suceden todas esas cosas, tengan por seguro que la calle Alfaros estará en obras. Porque eso nunca falla.

Tendremos políticos serios, mediocres, faltones, negligentes. Personas que estuvieron donde tenían que estar en las horas trágicas, aquellos que nunca reconocerán que formaron parte del problema, los que cargarán con un saco de víctimas a sus espaldas. Contaremos con hombres y mujeres esforzados que pusieron lo mejor de sí. Los alabaremos y, acto seguido, los correremos a gorrazos, vieja aspiración costumbrista y pintoresca del pueblo español. Y todo así, la calle Alfaros estará atravesada de máquinas y operarios. Porque su sino es estar en obras. Indisponible para el uso porque estamos imprimiendo el hormigón, señora.

Vendrá lo de siempre. Las promesas incumplidas como en Lorca, que no sé si se acuerdan. Los millones de reconstrucción que no aparecen, el lamento cada vez más inaudible. Vendrá también el olvido, que no falla. Esas lecciones aprendidas que se olvidan a los meses, a los años justos. Córdoba, 2010, cuando el agua y el barro nos llegaron hasta donde se pueden imaginar. Dijimos que nunca más se iban a tolerar las construcciones en suelo inundable. Y qué se ha hecho, qué. Dónde están aquellas grandes palabras de defensas fluviales, de disciplina urbanística simpar. Pues ahora lo mismo, pero con muertos, muchos. Y Alfaros, eso se lo puedo garantizar, estará en obras, cortada. Que se imagina uno que desde Claudio Marcelo está así, desde Abderramán III por lo menos.

Ocurren mil cosas en la vida, un millón al menos. Las revoluciones, las guerras, el hambre, la muerte. Pasan las penas, las modas, hasta el trap pasará, eso se lo garantizo. Esta catástrofe será, cuando ya no estemos, recuerdos y fondo de hemeroteca. Y vendrá una inteligencia artificial y nos sustituirá a todos menos a los taberneros avinagrados, que esos son insustituibles.

Pero Alfaros estará cortada por obras y, amor, nunca será agosto. Que es cuando se arreglan las calles .

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