Opinión | El alegato
¿Anastasia o Princesa Disney?
Siempre tuve una teoría, que nunca manifesté públicamente por estimarla de una incorrección política intolerable, pero no puedo evitar mi anarquía de pensamiento.
Lo más que puedo hacer, aunque no siempre lo consigo, es no prestarle mis palabras -ya sean habladas o escritas-, y que mi albedrío intelectual quede en mera opinión de andar por casa.
Hoy voy a conceder a mi liberalismo mental una licencia y voy a hacerles partícipes de dicha teoría: «Hay mucho machismo disfrazado de feminismo con el único fin de pillar cacho».
Me voy a anticipar al aluvión de críticas. No estoy considerando el feminismo exclusividad de la izquierda política, porque no lo es aunque esta quiera patentarlo. No estoy negando la existencia del machismo en la derecha política, que lo hay hasta tal punto que algunos se auto incardinan en esa derecha porque erróneamente creen que es la que defiende su brutalidad física y psicológica contra las mujeres.
Lo que sí puedo casi demostrar -y si no puedo es porque en su momento no recabé pruebas gráficas-, es que muchos militantes de partidos de izquierdas que abanderan los actos políticos en defensa del feminismo, están allí no por convicción sino para tener más probabilidades de cerrar con unas copas y lo que surja después.
Es incuestionable que las mujeres que acuden a una manifestación en defensa del feminismo son de mentalidad mucho más abierta en lo que a relaciones sexuales se refiere. O eso piensan ellos, que luego, tras el desenfreno del cierre del acto político en cuestión, más de una conozco que ha instado demanda de paternidad y reclamado pensión de alimentos.
Y es que «el búscate un hombre que te quiera y te tenga llenita la nevera» está a la orden del día desde todas las ideologías. ¡Que no está reñido declararse de izquierdas y la defensa de un sugar daddy, oiga!
Para muestra un botón. O todos los de la blusa de Elisa Mouliaá que quiso arrancar Errejón sin tener permiso expreso, consentido y fehaciente de la dueña de la prenda.
Es verdad que la «inocente» criatura creyó que ese comportamiento dominador del depredador sexual, poniéndole normas y límites como si de un juego de BDSM se tratase, era excusable en esa bonita historia romántica que ella se había montado con su particular Grey. (No obstante, el detalle de llamar un taxi y no tener el helicóptero esperándole ya podía haber puesto a Anastasia en alerta).
Las mujeres de izquierdas o que se codean con ellas están más expuestas a resultar ser víctimas de violencia machista. No hay reto mayor para un abusador que una mujer que se declare libre para vivir como quiera. Él le dirá cuándo sí y cuándo no para que su sí sea siempre sí.
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