Opinión | Vivienda
¿Es solo el mercado, amigo?
Nunca he pensado que la dimensión de un problema colectivo pueda servir como coartada para el escaqueo individual. Es más, creo que eso nos lleva de cabeza al pozo del «sálvese quien pueda». Por ejemplo, el boom de los alquileres turísticos, que tantos inquilinos ha desterrado como barrios ha desfigurado, se cimenta no solo en las plataformas digitales, los fondos buitre o los grandes tenedores, sino también en la codicia de una miríada de caseros a quienes se la soplan los daños colaterales.
Si antes, alquilando el piso a estudiantes, a una pareja o a una familia entera te sacabas diez, pero por alojar a guiris que hoy vienen de Lyon, mañana de Londres y pasado de Oslo te caen cincuenta, ¿dónde está la duda? Pues eso.
El otro día aluciné con la flamante premio de poesía joven Miguel Hernández, cirujana residente en un hospital de Madrid, obligada a compartir piso con tres colegas. Lola Tórtola -muy recomendable su poemario Los dioses destruidos- confesaba como lo más normal del mundo que los 30.000 euros de ese premio tal vez le sirvan para acceder a una habitación con luz natural.
Cosas así ocurren en Madrid. Y en Barcelona, y en Málaga, y en València, y... sí, ¡es el mercado, amigo! Pero que cada palo aguante su vela en esta función, donde hay ganadores y perdedores. Y, por favor, sin hipocresía.
El rentismo parasitario es algo que ya inventaron aristócratas y senadores en la antigua Roma. Los bloques de pisos se llamaban ínsulas, pero el negocio era el mismo, incluidos cuartuchos y buhardillas más parecidos a un zulo; igual que los trasteros que, hoy, incluso alguna inmobiliaria tiene la jeta de ofertar. Por eso resulta utópico pensar en una huelga de inquilinos como la que vivió Barcelona en 1931. Es posible que entonces hubiera más miseria, pero existía esa antigualla que llamábamos conciencia de clase.
Así que tiene razón Jaime Palomera, codirector del Instituto de Investigación Urbana de Barcelona: «El mercado inmobiliario está dividiendo a la sociedad».
Son las dos España del siglo XXI. Si Machado levantara la cabeza...
*Periodista
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