Opinión | Tribuna abierta

El valor de las empresas familiares

Esta semana hemos conocido la triste noticia del fallecimiento del empresario Jerónimo Jiménez, fundador y alma mater de JICAR, una de las empresas familiares más representativas de nuestra provincia y de Andalucía, un hombre con una trayectoria empresarial ejemplar que mantuvo hasta los últimos meses de sus 96 años de vida, que ha sabido transmitir a los suyos, quienes ahora con acierto han generado un modelo de empresa más diversificada, pero manteniendo esos valores intactos.

Su figura nos da pie a recordar una vez más el peso de las empresas familiares en nuestra economía que, con datos del Instituto de Empresa Familiar (IEF) y de la Asociación Andaluza de la Empresa Familiar (AAEF), supone más del 90 por ciento del tejido empresarial andaluz, el 78 por ciento del Valor Añadido Bruto (VAB) y el 83 por ciento del empleo total en nuestra comunidad. Cifras, que están por encima de la media del conjunto del país.

Se puede hablar de empresa familiar cuando una o más familias son propietarias, ( en Córdoba y provincia hay bastantes y son muy relevantes ), alguno o varios de sus miembros trabajan activamente en su gobierno y gestión y su objetivo sea que dicha propiedad pase a las sucesivas generaciones. Su espíritu empresarial es, por tanto, catalizador natural de su existencia. De hecho, y citando de nuevo al IEF, la empresa familiar es ejemplo de «una gestión con valores, donde dónde el espíritu emprendedor está presente desde su origen y se transmite».

En los últimos años, además, ejercicios difíciles por la pandemia, la guerra de Ucrania y los vaivenes de la situación geopolítica y económica internacional, las empresas familiares andaluzas han crecido en sus objetivos por encima de la media según datos de la escuela de negocios San Telmo, lo que refleja aún más su valor, y se ha constatado una vez más su acción responsable en el entorno donde actúan, nuestra tierra.

No obstante, también hay retos pendientes de dimensión estructural, como el tamaño, es necesario contar con empresas familiares más grandes, y de gestión, como ocurre en el conjunto del tejido empresarial, centrados en aumentar el grado de innovación, profundizar en los procesos tecnológicos, digitalización e internacionalización.

Estos objetivos empresariales son consustanciales a lo que representa la sucesión en las empresas familiares, puesto que las nuevas generaciones que se incorporan a la gestión tienen más y mejor formación y, por ello, una capacidad de adaptación más rápida y precisa teniendo claro lo que representa la empresa.

El negocio aporta riqueza de forma puntual, pero la empresa crea esa riqueza y la aporta y comparte con la sociedad creando empleo y fortaleciendo el territorio donde actúa. además son una forma de vida, un patrimonio tangible e intangible cuyo objetivo es el crecimiento y la mejora constante, cuya vocación de permanencia es intergeneracional

Creo, por ello, que el valor de figuras como las de Jerónimo Jiménez es esencial y no por lo que supo y pudo crear, sino por el legado empresarial que deja, tenemos ejemplos y es para sentirse orgulloso.

Y creo que, por ello, hay que apoyar a las empresas familiares como garantes del valor empresarial andaluz, por su carácter cohesionador y creador de bienestar para la comunidad, al igual que las empresas deben fortalecerse por sí mismas mejorando su lugar y papel, en cada nueva generación que se incorpora a su gestión.

*Presidente de Asfaco

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